28.12.09

Imágenes de mi año

La película que se merecía esa guerra, absurda, chapucera. Sin un tiro, pero llena de infamias, insultos. Llena de idiotas que se creyeron listos. Tal vez aún esté en el cine cerca de tu casa.

Fuegos articiales en una casa de Roubaix, personajes que parecen reyes, reinas, sin corona. Catherine Deneuve no ama a su hijo. Nunca lo amó. No se priva de recordárselo. Ni siquiera ahora que sabe que su médula es la única que la puede salvar.

Madrid como no lo había visto antes. O el cine de espías donde no lo ví jamás. En el piano bar Toni 2, donde Hermann Tertsch y yo acabamos nuestras noches más decadentes, en las Torres Blancas, de la Avenida de América o en una terraza de la (horrenda) plaza de San Ildefonso, donde un tipo negro, solitario y silencioso pide dos cafés. En dos tazas separadas. Entré a ver esta película por azar (la taquillera me entendió mal) pero no puedo alegrarme más de aquél error. Me fascinó (aunque no sé si me gustó).

En cambio, la peli que quería ver cuando vi la otra me gustó, pero no me fascinó. Era algo ya visto: un calvo judío bastante feo comienza a hablar a cámara. Y, como antes, de pronto, casi milagrosamente, todo funciona.

Penélope Cruz frente a la pantalla, repite las palabras que la cámara grabó unas horas antes. Ya no le quiere. Quiere a otro hombre. Luego, la felicidad y el accidente. Para mí, lo mejor de Almodóvar en muchos años. Pero con Almodóvar parece que no suelo acertar.

Hitler muere en un teatro de París, aunque sólo fuera por ver eso, ¿no merecería la pena pagar la entrada? Además, están Mélanie Laurent y la secuencia inicial y… esa maravillosa escena de la cervecería. Y Mélanie Laurent.

Don Draper, o como se llame ese tipo realmente, entra en el mar, en California. Un hombre que se ocultó tras una máscara huye ahora de ella.

Vale, está rodada en vídeo y la producción es justita. Pero sólo ver al rapado Malamadre alzar los brazos y exaltar a los presos de las galerías para mí vale más que toda la biblioteca de Alejandría.

Entre cascotes, encerrado en casa, veo en un mes y medio todas las películas de Truffaut. No son de este año pero… eso sólo habla mal de este año. "Besos robados", "La sirena del Mississipi", "La piel suave", "La piel dura", "Las dos inglesas y el amor", "El diario íntimo de Adèle H.", "El Pequeño Salvaje". Entre termitas y obras infinitas, cada día una joya.

La otra película de mi año se rodó en 1973, en un anacrónico blanco y negro. La madre y la puta. No sé qué decir. Sólo pediros que veáis esto. O, mucho mejor, que veáis entera la película de la que esto sale.



Tras acabar de trabajar en esta serie, justo al principio del verano, viajo a China. Allá, leo el guión de una película que pronto podréis ver. A mí me ha encantado. Por varios motivos, para mí ha sido la película de 2009. Espero que para algunos de vosotros sea la de 2010.

Entre el trabajo en la serie y las termitas no tengo tiempo de hacer un corto serio. Así que hago cinco que no lo son: éste, en mi terraza. Éste, en la cocina. Éste, frente al cuartel de Conde Duque, éste, aprovechando un viaje a Berlín. Y éste último, por diferentes puntos de Madrid, incluyendo mi aseo. No sé si son buenos o malos pero… creo que son algo parecido a mí (y a mi futuro): divertido y algo chapucero.

Ahora que tengo algo más de tiempo me he metido en un buen lío. Un vídeo diario mientras dure el invierno. Y el maldito promete ser largo.

Estoy seguro de que me he olvidado un montón de películas, un montón de series (¡qué pocas series en mi año, por cierto!) y, desde luego, he dejado fuera un montón de recuerdos ¿Qué imágenes os ha dejado a vosotros 2009?

Etiquetas: , , , , ,

21.12.09

Carta a un guionista joven e imaginario

Posiblemente el mundo no necesite un guión tuyo. Asúmelo.

Desde luego, tampoco uno mío. Pero eso ya no tiene demasiado remedio: he escrito unos cuantos.

Seguramente este planeta sería un lugar mejor si tú y yo nos dedicáramos a la pediatría o a plantar árboles en lugar de a fomentar su tala con nuestro empeño en garabatear chorradas en folios o libretas.

Pero si, aún así, sigues prefiriendo escribir guiones a hacer algo productivo, me gustaría darte un consejo basado en mi experiencia. Se que no te servirá, ya que los consejos nunca sirven de nada, pero darlo me tranquilizará la conciencia.

Posiblemente estés en una habitación con pósters de películas y/o fotos de actores. Cerca habrá unos DVDs llenos de series de televisión, esperando a que encuentres un rato para acabar de verlas. Muy probablemente casi todos esos actores, esas películas, esas series, serán norteamericanos.

En tu mente desearías poder escribir para Meryl Streep o Edward Norton y te encantaría que esa conversación que acabas de crear la rodaran con tanta tensión como la secuencia inicial de “Inglourious Basterds”.

Y es normal que, cuando escribas, pienses en las ficciones que te seducen o te hacen soñar. Escribir un thriller con una gran sorpresa final (el tipo está muerto, el muerto es el otro, los dos están muertos, etc.) o una comedia romántica encantadora, con su inevitable y climática carrera al aeropuerto a bordo de un taxi llevado por chófer con peculiar sentido del humor (oh, y qué decir de la vergonzante declaración de amor en público, en metro, autobús, restaurante, cola de supermercado, a través de megáfono u ondas de radio o televisión).

Sin embargo, permíteme que te diga que, posiblemente, lo que menos necesita ahora el mundo es una versión ligeramente diferente de “Amor a quemarropa” o “Love Actually”. No creo que en Suecia suspiren por encontrar al Richard Curtis español.

Creo, en cambio, que siempre habrá un pequeño lugar, aunque sea pequeño, para alguien que cuente algo suyo, algo que tenga que ver con su vida, de una manera propia y hábil.

En nuestras vidas no suele haber pistolas ni aviones privados. Ni muertos que despiertan y atacan cámpings. Puede haber rayas de cocaína, pero no hay demasiados narcotraficantes rumanos con armas bañadas en oro que hablan como si hubieran visto toda la obra de Tarantino esa misma tarde. Mis amigos y yo tampoco solemos tener mucho contacto con mujeres obligadas a prostituirse ni con talleres chinos ilegales de confección textil.

Podemos escribir sobre cualquiera de estos asuntos, por supuesto. Y tal vez sea incluso una gran historia. Pero parece lógico pensar que uno puede escribir mejor si lo hace sobre algo que conoce, ¿no?

En nuestras vidas hay películas y cómics, claro, pero también suele haber hermanos, amor (o algo que parece ser amor), relaciones adictivas, dudas, celebraciones familiares, dilemas laborales, sueños inconfesables y traiciones íntimas. Suele haber miedos, recuerdos borrosos, angustias, reencuentros. Inversiones ruinosas, demandas penales, pequeñas revelaciones, manías que crecen y nos dominan. Hay comidas de trabajo, padres tiránicos y madres excesivamente complacientes. Hay herencias que enfrentan a las familias, hay abuelos que no hablan de la guerra en la que participaron, hay cajones con objetos olvidados, hay codicia y, de vez en cuando, hay alegría y tardes pasadas bañándonos en esa laguna que hay cerca del pueblo. Hay libros que nos aburren y canciones que nos hacen bailar, cuando estamos solos en casa.

Casi todo el mundo va a ver “Avatar”. Es un bicho raro quien no ha visto “Titanic”, “ET” o “Pulp Fiction”. En cualquier lugar del mundo conocen a sus protagonistas y recuerdan lo que les ocurría en la historia. Pero nadie sabe lo que tú sentías en verano, cuando ibas con esos amigos a los que no has vuelto a ver, a recoger bayas que luego introducías en una lata de aluminio y mezclabas con agua de la piscina para producir el mítico y definitivo Veneno Mortal. ¿Cómo pensabas utilizarlo? ¿De dónde sacaste la idea de echar un sapo muerto? ¿Cómo es que lo dejaste bajo la cama durante un año? ¿Qué hiciste cuando te diste cuenta de que aquél líquido pestilente había podrido la tarima y había goteado hasta el piso de abajo?

Personalmente, pienso que alguien que escribe debe arriesgarse a contar su vida o algo parecido a ella. Tal vez la cuente de un modo metafórico, indirecto o muy sutil, cada uno es libre de elegir la forma en la que lo hace, pero no pienso que sea éste un oficio para pudorosos. No imagino nada más profundo, inteligente o creativo que pueda hacer un escritor que dar testimonio de que estuvo vivo. De que vivió en esta parte de la tierra en el año 2009: esto es lo que pasaba a su alrededor, esto es lo que vio, eso es lo que pensó y aquello, lo que sintió.

(En este sentido, a partir de esta tarde voy a empezar un pequeño proyecto experimental. Estará en este blog que he montado para la ocasión. Espero que os guste).

- También publicado aquí, en Bloguionistas.

Etiquetas: , , , ,

15.12.09

Sangre y risa

Esta semana, creo que fue el mismo día, vi dos imágenes que a ciertas personas les hicieron reír. Yo, sin negar que en un principio algo en ellas me hizo gracia, no acabé de encontrarlas divertidas.
Una era esta secuencia paródica, incluida en la película "Julie y Julia" (por cierto, la película en sí es una celebración de la alegría de vivir - y de comer-, que me pareció bastante recomendable).
Reconozco que al ver esta imitación de Julia Child emití ciertas risas pero eran más bien nerviosas. Creo que fue porque casi nunca me hacen reír los gags con sangre.
Muchas veces, el humor está basado en el dolor exagerado que algo supone a un personaje pero, como dijo Robert McKee en Lisboa, en una comedia no hay dolor real para el espectador, sólo para el personaje.
La sangre (cuando no es usada de una manera especialmente exagerada y, por lo tanto, paródica) me suele impedir reírme porque tengo ahí una prueba directa de que el dolor del personaje es real.
Un golpe en la cabeza puede provocar un anecdótico chichón o una hemorragia interna gravísima, pero, como espectador, la esperanza de que sólo sea lo primero me libera suficientemente como para reírme.
Tal vez sea una distinción ridícula pero... si hubiera sido sólo un golpe, un puñetazo, un chichón, hubiera podido reírme de la segunda imagen que vi ese día. Pero no. Ahí estaba la sangre. Y, perdonadme, pero de eso no sé reírme.

Etiquetas: , ,

14.12.09





Para los que no me conozcáis, voy a remediar esa desgracia rápidamente: me llamo Daniel Castro, y vivo en el (castizo) barrio de Chamberí, Madrid. No toco el organillo ni bailo el chotis, al menos no profesionalmente, sino que soy guionista de cine y televisión.

Hace ya algunos años, en una fiesta que DAMA, la sociedad de gestión de derechos de autor alternativa a SGAE, organizaba en la Casa Encendida de Madrid, no sé cómo, me encontré hablando con un tipo elegante. Tal vez creí que era un camarero. El caso es que le confesé a ese hombre que una de mis próximos proyectos era comenzar a escribir el primer blog de un guionista español en activo, algo parecido a lo que estaba llevando a cabo John August en Hollywood, salvando las distancias (no sólo geográficas). El tipo encendió su pipa y asintió un par de veces: la idea sonaba interesante, pero sentía decirme que existía un blog llamado “Pianista en un burdel” que venía haciendo más o menos lo mismo desde hacía cierto tiempo. Los más listos habréis deducido que el tipo de la pipa, que se había colado solo en la fiesta y salió acompañado de un famosa guionista/actriz/pedagoga española, era el propio Pianista.

Sí. Es así siempre. Hagas lo que hagas, el Pianista siempre lo ha hecho antes. Pienses lo que pienses, el Pianista lo ha pensado antes.

Así que… ¿para qué pensar? El Pianista piensa por ti. Evidentemente, aunque ahora disimule, fue a él a quien se le ocurrió esta idea de juntarnos a un montón de compañeros a los que admiro (bueno, y también a esos otros dos) en una única página web. Me llamó desde la remota isla en la que ahora vive para comunicarme que ya tenía el dominio: Bloguionistas.com. Incluso había asignado un día para que yo publicara mis posts: el lunes. Así que, aquí encontraréis mis textos sobre guión y aledaños, a la vez que se publiquen en mi propio blog, que seguirá existiendo. Aquí contestaré a vuestras dudas como buenamente pueda (mandadlas a guionistaenchamberi@gmail.com o a bloguionistas@gmail.com si queréis que las atienda cualquiera de los de la plantilla).

Ya sabéis, a partir de ahora, la semana empieza bien. El lunes, hay una razón para levantarse de la cama y afeitarse los sobacos: Chamberí escribe en Bloguionistas.

(Publicado originalmente aquí, en Bloguionistas)

Etiquetas: , , ,

10.12.09

"Si allí no estamos también nosotros -añadió- ésos te endilgan la república. Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie. ¿Me explico?"

- El Gatopardo - Giuseppe Tomasi príncipe de Lampedusa