31.5.11

Sobre Crematorio (y III)


Yendo al grano, “Crematorio” está simplemente… bien hecha.

Por muchos motivos (estupenda producción, magníficas localizaciones, gran fotografía, acertado cásting...) pero, seguramente, a nosotros los que más nos interesan son los relacionadados con el guión.

- Los episodios son de una duración razonable (unos 50 minutos) para una serie dramática.

- Los personajes, y la trama, son complejos. Se confía en que el espectador sea capaz de entenderlos sin secuencias de explicación o verbalización.

- Ausencia de tramas infantiles o personajes costumbristas, etc. (Evidentemente, no hay nada malo de por sí en estas tramas o personajes, pero introducirlos en "Crematorio" hubiera dado lugar a un "engendro" que intentara gustar a todo el mundo).

- Pese a lo anterior, "Crematorio" es una serie ambientada en nuestro país, en un tiempo y lugar muy definidos. Un tiempo y un lugar que todos (lamentablemente) podemos reconocer pese a que, siguiendo la novela de Chirbes, la mayor parte de la acción se desarrolla en una localidad ficticia de Levante llamada Misent.

- En resumen, ya desde su génesis (la elección de una novela de prestigio), "Crematorio" tiene algo de lo que carece la ficción nacional desde hace demasiado tiempo: voluntad artística. Muchos guionistas, con razón, nos sentimos incapaces de hablar de nosotros o de nuestro trabajo como "arte". Solemos hablar de "oficio". Es una modestia razonable y realista, pero también denota cierta falta de ambición. El cine, o la televisión, pueden ser arte. O algo muy cercano al arte. Si uno piensa en sí mismo como alguien incapaz de alcanzar esas cotas, jamás escribirá "El séptimo sello" o "The Wire". Es mucho más probable que se encuentre poniendo todo su ingenio al servicio de "El Inquilino".

Afortunadamente, los creadores de "Crematorio" fueron ambiciosos.


Como ya decía en el primer post, achacarle defectos a esta serie se parece a buscarle espinillas a la hermana guapa de Claudia Schiffer, pero vamos con ello.

Pequeños defectos de una serie grande

En mi opinión, “Crematorio” peca de cierta excesiva solemnidad. Tal vez por las ganas de separarse de la ficción costumbrista, Sánchez – Cabezudo y su equipo han decidido llenar la serie de personajes hieráticos, reconcentrados y solemnes. Es cierto que la novela de Chirbes daba para hacer esta lectura, pero había otras posibles. En ellas, los personajes no hablarían siempre para que sus palabras fueran esculpidas en piedra. Echo de menos toques de mayor realismo, de naturalidad e incluso de comedia. Incluso “El Padrino”, la referencia más clara de esta serie, está trufada de celebraciones familiares, de conversaciones afectuosas y ritos religiosos. “Crematorio” resulta mucho más fría. Y esto tiene que ver con el siguiente punto…

Todos los personajes son malos. Sí, así es. Excepto un personaje episódico, la cuidadora de la (despiadada) abuela, todo el resto de los personajes parecen regirse principalmente por sus peores instintos. Rubén es ambicioso y despiadado. Su hija, interpretada por Alicia Borrachero, se permite juzgarle pero vive de él. Además, es excesivamente autoritaria con su hija e infiel a su marido. Este es un intelectual supuestamente crítico con Rubén pero… acude a él cuando ve en peligro la concesión de una beca. La nieta de Rubén (Aura Garrido) es caprichosa, vengativa, vaga y aprovechada. No sigo, porque los defectos del mafioso ruso, del corrupto concejal de Urbanismo, del contratista que abandona a su familia por una prostituta, del abogado codicioso o del encargado de hacer los trabajos sucios de Rubén supongo que os los podéis imaginar.


En mi opinión, tan planos como los personajes única e invariablemente buenos lo son los única e invariablemente malos. Una serie en la que todos los personajes tienen intenciones poco confesables resulta así algo fría: no hay con quien identificarse, no hay a quién comprender. Ni siquiera los personajes que están sufriendo (el caso del enamorado de la prostituta rusa, por ejemplo) nos son presentados de manera que empaticemos con ellos. Os pongo como ejemplo una pequeña escena sin demasiada importancia (ojo pequeño espoiler): Bertomeu es ingresado en el hospital tras sufrir un infarto cuando estaba en el calabozo policial. Trata de seducir a un enfermero para que le haga llegar un móvil y un periódico (le están prohibidos ambos). El enfermero se mantiene muy firme pese a que Rubén le hace ofertas económicas exageradamente altas. Por fin, me dije, un hombre íntegro en la serie. Es entonces cuando el enfermero, de pasada, comenta que le encantan los toros. Bertomeu sonríe: ¿le traería lo que quiere a cambio de torear una capea con Enrique Ponce? Unos minutos más tarde, el enfermero trae el móvil y un diario reciente.

Entiendo que esta es una de las intenciones de la serie, mostrar que la corrupción se contagia como una epidemia, que alrededor de toda persona exageradamente rica se extiende un terreno baldío, una tierra de cenizas, en el que arden el amor y las relaciones auténticas, y todas las relaciones pasan a ser transacciones económicas encubiertas con mayor o menor esfuerzo. Sin embargo, opino que “Crematorio” se hubiera beneficiado de permitir entrar un poco más de vida en sus episodios. Y con esto me refiero a elementos que no acudieran únicamente en apoyo de la tesis defendida por sus autores. Es decir, lo que nos ocurre cuando acudimos a una fiesta en un piso del barrio de Salamanca, temiéndonos que todos allá van a ser unos pijos que nos miren por encima del hombro y, quien nos abre la puerta es una maravillosa chica sonriente que, un par de años más tarde, acaba siendo la madre de nuestros hijos mellizos.

Pese a estos pequeños "peros", no puedo dejar de recomendaros que veáis "Crematorio", que acaba de salir en DVD, y os hagáis vuestra propia opinión sobre ella. Será tan respetable como la mía y, seguramente, no necesitaréis tres largos posts para expresarla.

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24.5.11

Sobre Crematorio (II)

La semana pasada, publiqué un apasionado post en el que, básicamente, me limitaba a repetir varias veces, y con diversas fórmulas, que “Crematorio” producida y emitida exclusivamente por Canal Plus era inmensamente superior a (casi) toda la producción nacional de televisión de las últimas décadas.

Ahora, una semana más tarde, os voy a intentar contar porqué.

"Crematorio" es una serie basada en la novela de Rafael Chirbes del mismo título. Me la leí el verano pasado, cuando que se estaba rodando esta serie.


La novela me resultó bastante difícil de leer, ardua y muy discursiva. Ganó el premio nacional de la Crítica en 2007, así que no niego que estuviera bien escrita (tampoco lo aseguraría con demasiado ardor). Algunos capítulos son narrados en tercera persona. Muchos otros, sin embargo, son monólogos interiores del protagonista, Rubén Bertomeu. Si tenéis cierta experiencia en este trabajo (o un poco de sentido común, cosas, por cierto, no siempre coincidentes) imaginaréis que “novela ardua y muy discursiva” y “monólogo interior” no son justo las palabras favoritas del guionista al que le toca adaptar una novela.

Efectivamente, “Crematorio” es una novela llena de pensamientos, de razonamientos, en la que la trama (intrincada, compleja y de largo desarrollo en el tiempo) aparece fugazmente, casi oculta tras inteligentes reflexiones sobre casi cualquier asunto.

Con esfuerzo uno llega a sacar en claro una pequeña línea narrativa: con motivo de la muerte de su hermano Matías, Rubén Bertomeu, poderoso constructor de unos setenta años reflexiona sobre su vida y recuerda cómo eran él y Matías cuando todavía tenían cosas en común. Cada uno escogió un camino diferente: Matías, comprometido ideológicamente, se dedicó a la agricultura ecológica pero sin excesiva constancia ni éxito. Rubén, en cambio, comenzó construyendo edificios con cierta intención social y acabó convertido en un promotor sin escrúpulos, asociado a delincuentes internacionales, inmensamente rico, con una hija que le desprecia, y casado con una mujer mucho más joven que él. Ahora, algunos de sus socios delincuentes empiezan a crearle problemas.


En resumen, la novela de Chirbes trata de ser la historia de la descomposición de la generación que “trajo” la democracia a nuestro país. Y, por lo tanto, un retrato de la corrupción material y moral (¿no van siempre unidas?) de España en los últimos años. Dos hermanos cultos y comprometidos, procedentes de una familia acomodado, acaban sumidos el uno en una especie de abulia intrascendente e improductiva, el otro en la corrupción más descarada y cínica.

La novela arranca, al igual que la serie, el día en que Matías (el hermano “comprometido”) fallece. Este acontecimiento actúa como detonante de las reflexiones de su hermano Rubén. Sin embargo, tal vez por no poder contar con el personaje de Matías para dar una contrarréplica ideológica al discurso de Rubén, Chirbes incluye en la narración también a Federico Brouard, amigo de ambos hermanos, y novelista, que recuerda lo que los tres amigos pensaban en los años setenta, cuando eran aún jóvenes e idealistas.

Sí, resumiendo, “Crematorio” la novela es, en mi opinión, una historia sobre ideales. Tal vez sería mejor decir que es una novela sobre ideales traicionados. En mi opinión, la novela enfatiza demasiado este aspecto. Rubén Bertomeu es un hombre de gran inteligencia y cultura, comprometido con la izquierda y que pasa convertirse en un despiadadísimo constructor y, posteriormente, en un delincuente relacionado con el narcotráfico. El arco del personaje es tan espectacular como, en mi opinión, poco justificado. Hay algo de esquemático y poco verosímil en el enfrentamiento entre estos dos hermanos tan opuestos.

También encuentro bastante inverosímil que el constructor Bertomeu sea un personaje de tanta cultura, alguien que, en su juventud fuera un tipo tan comprometido con la política, con la necesidad de cambiar el mundo por medio de la arquitectura. Las personas reales de esa misma generación que se han enriquecido con la construcción en nuestro país no tienen mucho que ver con ese cínico pero culto Bertomeu que nos describe Chirbes.


(En esta entrevista, entre muchas otras cosas, Chirbes viene a explicar qué intentaba hacer atribuyendo esos monólogos tan elevados al personaje principal: lograr que el lector entendiera y, por lo tanto, se acercara al personaje al que, en principio, más podía detestar).


Bien, llevo folio y medio comentando la novela y aún no he empezado a hablar sobre cómo Jorge Sánchez – Cabezudo y sus coguionistas han llevado a cabo la versión televisiva.

Creo que... lo haré la semana que viene.

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17.5.11

Sobre Crematorio (I)

Son las cuatro de la mañana y acabo de verme cinco episodios seguidos de “Crematorio”, la serie de Canal Plus sobre la novela homónima de Rafael Chirbes. Ya hablé de ello hace unos meses, en este post de respuesta a Chico Santamano. Es demasiado tarde para escribir mis opiniones sobre la serie. Dentro de unas horas, cuando haya dormido un rato, actualizaré este post y contaré algo más interesante y algo menos personal.


Ok. Han pasado unas cuantas horas, ya estoy algo más despierto (no más brillante).

Escribo mis impresiones sobre "Crematorio"

- Es la mejor serie española de los últimos años. Con últimos años, quiero decir dos o tres meses. La única serie comparable la produjo, también Canal Plus, hace poco: "¿Qué fue de Jorge Sanz?".

- Las demás series juegan en otra liga.

- Se llama liga infantil.

- "Crematorio" contra cualquier serie española reciente es como Pau Gasol contra mí. Yo estoy cojo, borracho y con fiebre.

- "Crematorio" contra cualquier serie española reciente es como Andrés Velencoso contra mí. Yo con un ojo hinchado, borracho y con dermatitis facial.

- ¿No podría emitir una cadena privada generalista una serie como "Crematorio"? ¿Por qué? ¿Qué dice esto sobre esas cadenas? ¿Qué dice sobre nosotros y lo que hemos estado viendo en las últimas decadas? ¿Y sobre lo que hemos estado escribiendo?

- "Crematorio" es Strauss Kahn. El resto de las series españolas recientes son la limpiadora del hotel, huyendo por la suite, aterrorizada por lo que se le viene encima.

- Lo que le hace "Crematorio" a cualquier serie española reciente es legalmente perseguible. Ilegal. Obsceno.

- "Crematorio" contra cualquier serie española reciente es como Kasparov contra mí. Yo tengo sueño, he perdido ya la reina y estoy borracho, claro.

- En mi ciudad, contaban de un gitano que robaba a los críos sus relojes y luego les meaba encima. Pues eso.

- Viendo las series a las que nos hemos acostumbrado (series que algunos hemos coescrito, por cierto) sacarle defectos a "Crematorio" es como buscarle puntos negros a la hermana guapa de Claudia Schiffer.

- La próxima semana me dedicaré a ello.

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16.5.11

El cine y/o la vida

I

En 2004, Mia Hansen-Løve (ponedle mentalmente a este último apellido esa rayita que cruza la "o" en algunos idiomas nórdicos. Yo soy incapaz de encontrarla en mi teclado. Gracias a Kikoso la he encontrado en alt + o), una joven actriz, guionista y directora francesa estaba preparando su primer largometraje. Uno de los productores con los que se entrevistó era Humbert Balsan. Según Hansen-Løve, Balsan era uno de los tres mosqueteros de la producción francesa, un tipo que elegía los proyectos según impulsos, sin darle mucha importancia a la posible viabilidad económica de estos. Cuando era joven, Balsan apareció como actor en un largometraje de Bresson, "Lancelot del Lago", y, al parecer, según una entrevista que aparece en el último número de "Cahiers du Cinema España", recibió a la joven aspirante a directora bajo un cartel de esta película.

Este era Balsan en un fotograma de "Lancelot del Lago".


Y este debía de ser su aspecto aproximado cuando, años más tarde, se entrevistó con Mia Hansen.


Sin embargo, algo impidió que Balsan, que en esos momentos coproducía "Manderlay" de Lars Von Trier, se uniera al proyecto que le presentaba esa joven directora. Como ese "algo" que ocurrió tiene mucho que ver con la película de la que os quiero hablar (y que os quiero recomendar encarecidamente), "Le père de mes enfants" ("El padre de mis hijos"), la segunda que ha dirigido Hansen Løve, os advierto de que, si leéis a partir de aquí, os enteraréis de un elemento importante de su trama.

Bien, sigo.

Lo que ocurrió fue que ese quijotesco productor, embarcado en más proyectos de los que podía sacar adelante, ese tipo encantador y enérgico, se pegó un tiro.

En "Le père de mes enfants", Balsan pasa a llamarse Grégoire Canvel y tiene este aspecto, el del actor Louis Do de Lencquesaing.


Canvel está endeudado hasta las cejas. Intenta obtener créditos del banco, tiene hipotecado todo su catálogo pero se resiste a venderlo, mientras, debe gestionar los caprichos de un temperamental director nórdico cuyo rodaje se prolonga interminablemente. Sin embargo, Canvel se muestra como un torbellino entusiasta, un seductor que consigue que sus hijas y su mujer le perdonen sus eternas llamadas telefónicas, sus largas ausencias. De pronto, cuando su empresa está asediada por las deudas, cuando no hay más salida que la quiebra, Canvel se dirige a su coche, quema unos papeles, saca una pistola y se pega un tiro, en plena calle.

Mia Hansen-Løve acabó dirigiendo "Todo está perdonado", que, por cierto, le fue inspirada por la muerte de su tío. La película tuvo el éxito suficiente como para permitirle, unos años más tarde, dirigir esta segunda que, por fin llega a nuestra pantalla. Lo digo en singular porque... que en Madrid yo sepa, una de las mejores películas de 2010 sólo se podrá ver en la pequeña pantalla de un cine adosado a un Foster's Hollywood. Un local que precisamente está cerca de mi casa, en Chamberí, que cuenta con menos de cien butacas (posiblemente también menos de cincuenta) y en el que el taquillero hace, a la vez, de acomodador, el Pequeño Cine Estudio. (Eso sí, acabo de comprobar aquí que la película podrá verse también en cines de Barcelona, Girona, Vitoria y Bilbao).


En unos cuantos momentos de la película, Canvel habla con un chico joven que lleva su guión a la productora. No es difícil imaginar que Mia Hansen-Løve se ha retratado a sí misma un poco en ese chico que es, en cierto modo, testigo y personaje secundario de la historia de ese productor. Resulta curioso pensar que Balsan vaya a ser tan recordado por las películas que llevó a cabo como por las de Mia Hansen-Løve, a la que nunca produjo. Resulta impredecible saber qué cosas quedarán de nosotros cuando ya no estemos aquí. Por qué cosas nos recordarán.

II

Esta semana ha muerto un vecino, un hombre anciano que había sido ebanista durante muchos años. Tiene un hijo y varios nietos que, evidentemente, le conocieron mucho más que yo. Él y su esposa, que siempre fueron muy amables conmigo, nos dejaron utilizar un sofá para algunas escenas de "Ilusión". Como casi todos los muebles de su casa, lo había hecho él con sus propias manos. Este es el sofá.


Yo puedo hablar un poco en este post sobre cómo era mi vecino. La cámara puede retratar cómo era su sofá hace un par de meses, cuando nos lo prestaron. Mia Hansen-Løve ha contado cómo era aquél hombre que estuvo a punto de producir su primera película.

A veces pienso que, más que crear de la nada nuevos mundos o personajes extraordinarios, nuestra función como guionistas o cineastas es mostrar, con las herramientas de la ficción si nos son útiles, cómo eran las cosas o las personas, en el momento en que las conocimos, en el momento en que se pusieron ante nuestros ojos o ante nuestra cámara.

Todos hemos vivido situaciones que nos resultaron extraordinariamente impactantes: enfrentamientos familiares, humillaciones públicas, amores apasionados y/o enfermizos... Todos hemos conocido a personas memorables: seres que nos hicieron, de pronto, ver el mundo de otra manera, personas que siempre recordaremos, pese a haberles encontrado brevemente, ya que nos permitieron intuir, como por una puerta entreabierta accidentalmente, que una vida muy diferente a la nuestra era posible. Una vida más emocionante, más terrible o más peligrosa. Todos, en nuestro interior, en los estantes más recónditos de nuestra memoria, en esos estantes que nos empeñamos estúpidamente en olvidar, tenemos un millón de historias que esperan para ser contadas.

Tal vez ha llegado el momento de dejar de contar historias idiotas. Tal vez ha llegado el momento de desempolvar esos recuerdos, de contar las cosas que nos importan, de hablar de quienes nos marcaron realmente.

III

"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde.
Como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
- envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra."

"No volveré a ser joven" por Jaime Gil Biedma, "Poemas póstumos" 1968

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3.5.11

Análisis de guiones: Torrente 4. Lethal crisis (spoilers)


Retomo estos análisis de guión después de unas cuantas semanas de ausencia. Esta vez le toca a uno de los grandes éxitos de la temporada, la cuarta parte de Torrente, escrita, dirigida y protagonizada por Santiago Segura.

Como siempre, os advierto de que, a partir de aquí todo estará lleno de spoilers o, en castellano castizo torrentiano, cosas que te pueden joder la peli si no la has visto.

Tú verás si sigues leyendo, moreno.

Breve resumen

José Luis Torrente arma un desastre como encargado de seguridad de una boda. Posteriormente, cuando malvive en la miseria, recibe un encargo que resulta ser una encerrona. Acaba detenido. Logra salir de la cárcel para descubrir que quien le tendió la trampa fue el padre de la novia, resentido por el desastre que armó en la celebración de la boda. Torrente logra derrotar a este individuo pero… acaba en la cárcel de nuevo.

Pequeño análisis de la estructura

Detonante de la acción:

Torrente, con su habitual incompetencia, provoca un extraordinario caos en la boda de la hija del millonario Rocamora. Minuto 7.

Primer acto:

Sin trabajo ni dinero, Torrente trata de sobrevivir en la miseria. Tras diversos episodios lamentables y humillantes, conoce a un simplón llamado Ring Ring. De pronto, unos hombres se ponen en contacto con él.

Primer punto de giro: Cuando peor le van las cosas, Torrente recibe una oferta: le pagarán una fortuna por matar a un hombre. (Minuto 22)

Segundo acto:

Torrente trata de elaborar un plan y de reunir a un grupo para cometer el crimen. Encontrar cómplices fiables le resulta difícil. Incluso Ring Ring, su nuevo socio, le deja en la estacada. Torrente, que ha tratado por todos los medios de no cometer personalmente el crimen, se ve obligado a hacerlo. Sin embargo, cuando va a llevarlo a cabo, se encuentra con que todo ha sido una trampa. La presunta víctima ya ha sido asesinada y la policía le detiene como si fuera el culpable. Minuto 34.

Ya en prisión, Torrente trata de defenderse de los internos y se busca aliados para intentar la huida. Un primer plan, que tiene como excusa un partido de fútbol, fracasa pero… el segundo intento, aprovechando un viaje del coro de la cárcel, tiene éxito. Gracias a la ayuda de sus amigos del bar, Torrente ya está en la calle.

El ex policía amenaza a Ring Ring y localiza a quien le hizo el encargo.

Segundo punto de giro: Torrente se entera de que quien tramó la emboscada en su contra fue el millonario Rocamora. (Min. 74)

Tercer acto: Para vengarse de Rocamora, Torrente le chantajea utilizando unas fotos de su hija. Logra acabar con el millonario pero… acaba detenido de nuevo por la policía. Ha vencido a su antagonista, pero regresa a prisión.

Protagonista: José Luis Torrente, ex policía miserable y corrupto.

Antagonista: Rocamora, millonario despiadado.

Objetivo del protagonista: Vivir una existencia de vicio, pereza y degeneración pero en libertad.

Aliados: Ring Ring, Peralta (amigo protector en la cárcel), Tío Gregorio, Barragán (y todos los del bar).

Obstáculos, reveses: detención de Torrente, enfrentamiento con los demás presos…


Mi análisis:

En esta serie de análisis, creo que es la primera vez que escribo sobre una comedia pura. Antes fueron "Buried", "La Red Social", "También la lluvia" y "El discurso del Rey". Me encuentro con un serio problema: creo que la opinión que uno tenga sobre la película depende básicamente de... si le hacen gracia sus chistes. "Torrente 4. Lethal Crisis" tiene una trama leve y, en mi opinión, correctamente construida pero que resulta, básicamente, una percha de la que colgar gags del personaje. Gags soeces que algunos espectadores encontrarán insoportables y otros hilarantes.

Como digo, la estructura de Torrente 4 me parece eficaz, bastante sencilla y no especialmente original. Torrente se granjea un enemigo en la primera secuencia. Sin él saberlo, ese enemigo le tiende una emboscada que le lleva a prisión. Logra escapar y vengarse de su enemigo, aunque el final es agridulce, al ser Torrente detenido de nuevo.

Personalmente opino que la trama está correctamente llevada y es sorprendentemente “convencional” de acuerdo a los criterios clásicos de guión.

La clave de la saga de Torrente es, como todos podéis imaginar, el personaje de José Luis Torrente. Las historias que le ocurren son, básicamente, excusas para dar lugar a gags del personaje, enfrentándole a situaciones que dan lugar a cualquiera de sus aberrantes reacciones. La decisión de Segura suele ser introducir a este personaje en algún caso policial o pseudopolicial en el que Torrente debe enfrentarse a algún villano omnipotente, trasunto hispano de los malvados de James Bond. De hecho, la parodia del mítico espía británico resulta evidente en los títulos de crédito iniciales. En mi opinión, como siempre ocurre en las películas de Torrente, suelen ser las escenas de estos caricaturescos villanos las que más desentonan en las películas. Aunque la selección de los actores que los encarnan es muy peculiar, siempre en mi opinión, sus secuencias suelen ser muy poco verosímiles.


Todo lo contrario ocurre con las escenas del inframundo de borrachos, prostitutas y pequeños delincuentes en el que Torrente se mueve como un cerdo en su charco. El primer acto de esta entrega de Torrente se toma su tiempo para describir la miseria económica y moral en la que vive el ex policía: hace cola para conseguir comer en un comedor social, se pelea por basura con unos gamberros callejeros, alquila ilegalmente su piso a emigrantes sudamericanos con los que es evidentemente racista, engaña a un tonto para que le pague un peep show…

En mi opinión se trata de un primer acto muy descriptivo en el que la trama tarda en arrancar. Sin embargo, también es cierto que se trata, posiblemente, de la parte más realista y verosímil de la película. Se puede ver incluso, en esta parte, un cierto comentario crítico a la actualidad de nuestro país: la crisis económica general, la relación con los emigrantes, etc.

Más allá de la secuencia inicial precréditos que ilustra el desastroso último trabajo de Torrente, la trama propiamente dicha desaparece hasta el minuto 24, cuando Torrente recibe un misterioso encargo.

El encargo consiste en asesinar a un individuo del que nada sabíamos hasta entonces. Cuando todos sus supuestos socios le abandonan, Torrente, acuciado por su nefasta situación económica, debe llevar a cabo el crimen él solo. Se encuentra entonces con que se trata de una emboscada. La policía le detiene inmediatamente.

Gracias a una eficaz elipsis, lo siguiente que vemos es a Torrente encarcelado por un crimen que no cometió.

Este asunto, que Torrente sea acusado de injustamente tiene, sorprendentemente, poca importancia en la historia. Torrente apenas protesta por haber sido detenido y dedica todas sus fuerzas a sobrevivir en prisión con ardides vergonzantes y a elaborar toscos planes de huida para los que recluta a los más tontos de la prisión. Ocupa mucho espacio en el segundo acto de la película el plan de fugarse, a lo “Evasión o Victoria”, aprovechando un partido de fútbol que organiza a modo de “cortina de humo”. El partido que, como prácticamente todas las escenas de la película, está trufado de cameos y apariciones de personajes conocidos, resulta también sorprendentemente intrascendente: el plan de huida fracasa y, en el intento, fallecen varios de los compinches de Torrente. Después de tanto esfuerzo para lograr fugarse, la huida se consigue de un modo mucho más sencillo y menos preparado (con la ayuda de los colegas del bar que frecuenta Torrente, aprovechando un viaje del coro de la cárcel).

Los segundos actos suelen ser los más difíciles de escribir y… con frecuencia, los más difíciles de ver también. Un guionista suele saber cómo empezar su historia y cómo concluirla. Pero… ¿cómo desarrollarla convincentemente a lo largo de toda su duración? ¿Cómo dar la impresión de que la trama avanza a lo largo de esa larga extensión en la que se pueden dar pasos adelante pero… no demasiados? Muchas veces, esa parte de la historia se convierte en una sucesión de fracasos del protagonista de los que se rehace poco a poco, con la ayuda de algún socio y gracias a los cuales aprende algo que le lleva a solucionar, finalmente, su problema al final (si lo logra, claro). En Torrente 4 los minutos dedicados al plan de fuga frustrado (el partido de fútbol) se revelan, cuando éste fracasa, como bastante inútiles: Torrente logra huir de una forma más sencilla y mucho menos “sembrada” por el guionista, ¿para qué entonces, se ha dedicado tanto tiempo al famoso partido de fútbol? ¿Sólo para introducir los cameos de los futbolistas invitados?.

Sin embargo, como ya he escrito un par de veces en la comedia las digresiones son mucho más admitidas que en otros géneros. Si a uno le hace gracia un chiste, un personaje o una situación, considerará que conservarlos en la historia ha sido una buena idea. Estoy seguro de que muchos espectadores de Torrente han disfrutado de toda esa parte, de todas esas escenas carcelarias (llenas de peleas entre celebridades de YouTube y cameos de futbolistas) aunque no fueran esenciales para la historia.

El tercer acto comienza, a grandes rasgos, con la fuga de Torrente. El corrupto ex policía se enfrenta a su gran antagonista. Como la sed de justicia nunca ha sido una gran prioridad para el personaje, Torrente decide obtener dinero del millonario Rocamora chantajeándole con unas comprometedoras fotos de su hija que fueron tomadas en la primera secuencia de la película. Imagino que, a estas alturas, el espectador ha olvidado ese momento o, como yo, no le da demasiada importancia. Rocamora finge ceder al chantaje pero, de nuevo, trata de tender una emboscada a Torrente y su socio Ring Ring. Esta vez no consigue su objetivo. Los sicarios de Rocamora acaban matándose entre sí, Rocamora muere, Ring Ring y Torrente sobreviven a una larga serie de explosiones de coches voladores.


Las secuencias de acción de la película resultan bastante espectaculares y, a la vez, en mi opinión, excesivamente largas. Conforme avanza la película y la trama gana más importancia, la comedia va desapareciendo y gana enteros la acción. Es aquí donde, personalmente, entiendo que empeora la película: la trama de thriller resulta esquemática, el villano poco creíble y sus sicarios, estereotipados.

Afortunadamente, en esta entrega, Torrente apenas pasa tiempo con estos malos de cómic. La mayor parte de la película transcurre entre personajes que nos resultan mucho más reconocibles: putas, borrachos, obsesos sexuales, tacaños, idiotas, enfermos mentales... ¿Por qué todos estos lamentables ejemplares nos resultan tan reconocibles? ¿Por qué Torrente y su séquito parecen describir tan bien la España actual (y probablemente también la de siempre)? Ésa ya es otra cuestión y, seguramente, no soy yo la persona adecuada para contestarla.

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