A todo esto, estaban dando premios allá arriba.
Ya sabéis a quiénes,
aquí está el palmarés.
En la sala, había bastantes fans de “El Orfanato” o, por lo menos, eran los más ruidosos. Ya sabéis que yo iba con “Bajo las estrellas” así que cada vez que alguien de la película aparecía en la lista de nominados, aullaba, echando a perder los restos de buena imagen que pudieran quedarme.
Realmente, la gala se hace un poco larga. Es como ir al dentista, pero de traje.
(Yo no suelo ir al dentista de traje. Joder, me acabo de dar cuenta de que yo no suelo ir al dentista, a secas. Lo mío es muy chungo).
Cuando llegaron a los premios a los mejores cortos, empecé a ver
aquella iniciativa de la Academia con mejores ojos. Vale, sé que hace poco escribí en contra pero… imagínate que estás en el dentista, con la boca abierta y el torno a tope aplicado a tu muela más endeble y el tío en lugar de acabar pronto, se pone a comentar con un colega el partido del Real Madrid.
(No hablo en serio, sigo a favor de que premien a los cortos. Eso sí, ojalá encuentren la manera de seleccionar los mejores).
Sobre el momento en el que Alfredo Landa recogió su Goya de Honor se puede escribir bastante pero, por prudencia, prefiero quedarme corto. Sólo quiero recordaros que la gala se emitía con un retraso de media hora (antes de Landa yo no entendía bien porqué), así que, si no me equivoco, lo que visteis casi todos en la tele fue una versión representativa pero muy abreviada de lo que realmente pasó.
Sobre los premiados, como es natural, me emocioné especialmente cuando Félix ganó el premio al mejor guión adaptado. También con el premio al mejor actor para Alberto San Juan, la suya me parece una interpretación memorable.
Cuando llegaron los últimos premios, los más importantes, creo que el ambiente que se vivía en la sala era de incertidumbre: ni “El Orfanato” ni “Las Trece Rosas” estaban arrollando, así que no había una favorita clara. Creo que la sorpresa fue general cuando Álex de la Iglesia (físicamente cada vez más parecido a Coppola) y Amenábar pronunciaron los nombres de Jaime Rosales y su película, “La Soledad”.
Una vez acabado todo, un gran embotellamiento para subir por las escaleras mecánicas a la zona de arriba, donde estaba la barra (libre, por cierto). Los seguratas nos hacían subir en grupos reducidos, como si en vez de subir a beber, fuéramos a entrar a las cuevas de Altamira.
Luego comprobamos que era porque las escaleras no soportaban demasiado peso. Se quedaron paradas delante de nosotros. (Por cierto, no hay pruebas de que Álex de la Iglesia estuviera sobre las escaleras en ese momento).
Una vez arriba, felicito a los premiados, toco el cabezón con la uña, con respeto, y, ya sin ningún respeto, me peleo con lo mejor del cine patrio por conseguir unas cazuelas de codorniz, arroz negro y fideúa. Por una buena tapa soy capaz de acabar con lo que queda de la Escuela de Barcelona.
A la mujer de Ernesto Alterio le da un vahído y la sientan junto a nosotros. Por ahí anda Julio Fernández, más o menos a la altura de la barra.
Sí, a la altura de la barra.
Luego llega una mujer que, como Dios, es capaz de estar en dos lugares al mismo tiempo. Es Yola Berrocal, que, al menos, estaba en dos salas a la vez. Su hermana, que llegó más tarde al reparto de silicona, hace fotos de Yola y famosos con una Polaroid. Al rato, Yola se acerca a nuestro grupo, dice que anda buscando a Jaime Rosales para felicitarle por su película. “Lo mejor que he visto desde “Honor de Cavallería”” comentaba a quien quisiera escucharla.
Tal vez parte de lo anterior no sea del todo exacto, yo llevaba ya unos cuantos gin-tonics y a veces eso me nubla.
Un señor se acerca para comunicarnos que eso lo chapan, que nos vayamos pero ya. Levanto la vista y... es cierto, casi no queda nadie. La gente se ha ido marchando, algunos a sus casas, otros a fiestas privadas.
Dudas sobre adónde ir, ¿a la fiesta del Orfanato en el hotel ME de Santa Ana? ¿A Clamores con las de "Las Trece Rosas"? ¿A la fiesta de "La Soledad"?
¿Habrá fiesta de "La Soledad"?
Y, en caso afirmativo, ¿cómo será?
¿Tendrá "dj"? ¿Qué pinchará? ¿"Berlin" de Lou Reed?
No sé, pero, gracias a los gin tonics yo ya llevo la "polivisión" de serie.
Me subo al taxi, los amigos que van delante han decidido que van a intentar entrar en la fiesta del Orfanato. Pero yo tengo un rapto de sensatez. Son las cuatro y pico de la mañana y a las once tengo que estar en el curro. Así que le pido al taxista que me lleve a casa.
Por el camino me pregunto qué carajo es el cine español, si yo soy parte de eso o no. Supongo que no, porque me he tenido que colar en el recinto.
Seguramente no haya sido una gala maravillosa. El presentador podría ser más elegante, las películas podrían ser mejores, la alfombra podría ser de otro color, el guión podría ser más ingenioso, los actores podrían ir mejor vestidos, el recinto podría ser más cálido... pero, esto es lo que hay.
Yo también quisiera escribir como Aaron Sorkin y tener las pintas de Brad Pitt.
Los premios Goya y el cine que premian es... lo que somos capaces de hacer.
Reconozco que admiro a mucha gente de la que estaba allá: premiados, candidatos e invitados.
Me gustaría volver a acudir a una de estas galas. Y, si la próxima vez no tuviera porqué mentir al segurata de la puerta, eso ya sería cojonudo.
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