24.2.08

Día 9 en Los Monegros




El día 9 son las elecciones generales. Si todo va según lo previsto, ese día estaré con mucha gente en el lugar de la foto.

Sí, como imagináis, eso queda bastante lejos del colegio electoral de Chamberí en el que me toca votar.

Unos tipos habrán madrugado más aún que el resto del equipo para montar unas tiendas militares. Otros estaremos hacinados en una casa de temporeros que nos dejan cerca de Sariñena, la capital de la comarca. Ana intentará estirar el máximo el presupuesto para vestir con uniformes pardos a nuestra escasa docena de figurantes. Arturo, el productor, estará en cuclillas, tratando de encender un fuego que nos pueda dar el humo apropiado, mientras Marie intentará encontrar una manera de marcar un surco en los arcillosos suelos de los Monegros. Yo apenas habré dormido, pensando en cómo recuperar alguno de esos siete planos de retraso que llevamos acumulados. Víctor será el que peor lo pase: tendrá que aguantar las exigencias de todos los departamentos y responder a todos con una sonrisa. A Marc se le irá pasando el flipe con la Red One y comenzará a notar que el hombro le duele y se prometerá que no vuelve a hacer otro corto cámara en mano ni loco. Mirará al cielo, esperando que no se vuelva a nublar, como la víspera.

Todos ellos llevarán tres días levantándose hacia las cinco de la mañana y volverán el lunes a Barcelona, destrozados, después de haber intentado grabar un corto bélico con 10.000 euros.

Ninguno de ellos cobrará uno solo por su trabajo (sólo los eléctricos, claro. Y se lo merecen, sin duda).

Todos estarán ahí para ayudar a contar una historia que escribí hace un tiempo. Lo harán por vocación y por adquirir experiencia. En el fondo, para poder entrar, en el futuro, en eso tan abstracto que solemos llamar “cine español”.

Por eso, cuando leo que un candidato a la presidencia dice que está con los currantes que se levantan a las siete de la mañana y no con los artistas paniaguados del canon digital, siento algo extraño: no sé realmente de quién está hablando.
Mariano, ¿hablas de la gente que va a matarse en mi rodaje? ¿Hablas de Ana, de Marie, de Arturo, de Eric, de Rubén, de Víctor, de Lolo o de Xavi? ¿Hablas de mí?

¿Necesitas agredir a un grupo de trabajadores para conseguir los votos de otros? ¿Es ése tu plan? ¿Sería ésa tu política si consiguieras la presidencia?

El día de las elecciones estaré con todos en los Monegros, decidiendo si realmente necesito un movimiento de cámara siguiendo al protagonista o si me gusta el cuadro que me propone Marc. Seguramente estaré un poco angustiado, tratando de no perder los nervios. Pero, en el fondo, también estaré satisfecho porque, gracias al tipo que inventó el voto por correo, habré podido enviar mi papeleta.

Evidentemente, el voto que irá dentro del sobre no va a ser para ti, Mariano, porque tú no lo quieres.

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18.2.08

¿Escribe sobre lo que conozcas?

Últimamente le vengo dando vueltas a una cuestión.
Mucha gente dice que uno debe escribir sobre aquello que conoce.
No escribas un western si no has pisado el Salvaje Oeste, no hables del Telón de Acero o de un psicópata si eres un tipo de Pamplona que lo más arriesgado que ha vivido ha sido un fin de semana de Sanfermines.
Entiendo esta opinión pero, si uno escribe sólo sobre aquello que conoce... ¿tendrá muchas historias que contar? ¿serán entretenidas? ¿Debe trabajar uno como espía para poder escribir un thriller?
¿No es esta idea (escribe sobre aquello que conozcas) más o menos incompatible con el concepto de guionista profesional?
¿Qué pensáis? ¿Os habíais planteado alguna vez esta cuestión?

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13.2.08

Pasta

Recibo consulta en el e-mail.

(Ya era hora. Por fin alguien pregunta algo. guionistaenchamberi@gmail.com abierto a consultas. No a guiones: si me mandas uno o lo tiro a la basura o lo plagio).

“Estimados compañeros, tengo varias novelas publicadas y hace años me contratataron un par de productoras para hacer guiones de capítulos piloto de seriales, que cobré pero no se llegaron a rodar.

Ahora, ante la posibilidad de que me contrate una productora que rueda ficciones, os agradecería mucho que me dijerais:

-¿Qué cantidad aproximada y porcentaje se suele cobrar actualmente en España por guión para largometraje?

-¿Qué otras por capítulo de TV de 55 minutos y de 27, 28?
-¿Qué sueldo netro y en cuantas pagas suele tener un guionista de ficción fijo en una productora?

Agradecido de antemano y esperando poder facilitaros a mi vez la información sobre literatura, cine o vídeo de mi ámbito que os interese, os envía un amistoso saludo.”


- Fernando


Primero, Fernando, ¿usas el plural mayestático porque me tienes mucho respeto o es que has enviado el mismo mail a varios guionistas bloggers?

Hmm… esta última posibilidad me pone celosillo, ¿sabes? El hecho de que compartamos escenario destrozando “Bohemian Rapsody” en cierto karaoke lamentable no supone que entre este cada vez más diezmado gremio de guionistas-escribas no haya ciertas tensiones inconfesables. Trataré de superar los celos para contestarte.

Ya está.

Superados.

Bueno, casi del todo.

Ahora sí.

Venga, me pongo a contestarte.

Puntualización obligada, ya te la imaginas: tu sueldo depende mucho de la productora, de la serie en la que curras, del puesto en el que entres, del ámbito para el que se emita la serie (caso del cine, depende del presupuesto de la peli)… bla, bla, bla.

Más o menos lo que creo que se cobra habitualmente (acepto todo tipo de correcciones).

Cine

Guión largometraje: entre 18.000 y 30.000 euros. Por el guión completo. Varias versiones.

Hablo de un largo con un presupuesto medio, medio-bajo. Están los casos de largos de presupuesto cero (imagina lo redonda que es la partida dedicada al guión en estas pelis) y también está Alatriste.


Tele

Serie diaria

Escaleta: a partir de 1.000 euros cada una (cuatro al mes de media)
Diálogos: a partir de 1.000 euros (cuatro al mes de media).

Según mi experiencia, los sueldos no varían demasiado entre cadena nacional y en autonómica.

Serie prime time semanal

Escaleta: …
Diálogos: …

Aquí dejo un hueco porque, lamentablemente, no he trabajado nunca en una serie nacional de prime time. Espero que algún lector experimentado y amable me (y te) ayude.

Trabajo en productora, desarrollo nuevos proyectos, etc.

Sueldo mensual entre los 2.500 y los 5.000 euros.

Es muy poco habitual encontrar trabajo “fijo” de guionista en una productora. Lo más normal son contratos temporales o por obra.

Espero que esta respuesta te haya servido de orientación, Fernando, y que consigas cobrar mucho más que todo esto.

Pero, eso sí, en tal caso, no me lo cuentes. Que, a los celos, uniría entonces la envidia.

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8.2.08

En los Goya (y II)

A todo esto, estaban dando premios allá arriba.
Ya sabéis a quiénes, aquí está el palmarés.
En la sala, había bastantes fans de “El Orfanato” o, por lo menos, eran los más ruidosos. Ya sabéis que yo iba con “Bajo las estrellas” así que cada vez que alguien de la película aparecía en la lista de nominados, aullaba, echando a perder los restos de buena imagen que pudieran quedarme.

Realmente, la gala se hace un poco larga. Es como ir al dentista, pero de traje.
(Yo no suelo ir al dentista de traje. Joder, me acabo de dar cuenta de que yo no suelo ir al dentista, a secas. Lo mío es muy chungo).
Cuando llegaron a los premios a los mejores cortos, empecé a ver aquella iniciativa de la Academia con mejores ojos. Vale, sé que hace poco escribí en contra pero… imagínate que estás en el dentista, con la boca abierta y el torno a tope aplicado a tu muela más endeble y el tío en lugar de acabar pronto, se pone a comentar con un colega el partido del Real Madrid.
(No hablo en serio, sigo a favor de que premien a los cortos. Eso sí, ojalá encuentren la manera de seleccionar los mejores).

Sobre el momento en el que Alfredo Landa recogió su Goya de Honor se puede escribir bastante pero, por prudencia, prefiero quedarme corto. Sólo quiero recordaros que la gala se emitía con un retraso de media hora (antes de Landa yo no entendía bien porqué), así que, si no me equivoco, lo que visteis casi todos en la tele fue una versión representativa pero muy abreviada de lo que realmente pasó.

Sobre los premiados, como es natural, me emocioné especialmente cuando Félix ganó el premio al mejor guión adaptado. También con el premio al mejor actor para Alberto San Juan, la suya me parece una interpretación memorable.

Cuando llegaron los últimos premios, los más importantes, creo que el ambiente que se vivía en la sala era de incertidumbre: ni “El Orfanato” ni “Las Trece Rosas” estaban arrollando, así que no había una favorita clara. Creo que la sorpresa fue general cuando Álex de la Iglesia (físicamente cada vez más parecido a Coppola) y Amenábar pronunciaron los nombres de Jaime Rosales y su película, “La Soledad”.

Una vez acabado todo, un gran embotellamiento para subir por las escaleras mecánicas a la zona de arriba, donde estaba la barra (libre, por cierto). Los seguratas nos hacían subir en grupos reducidos, como si en vez de subir a beber, fuéramos a entrar a las cuevas de Altamira.
Luego comprobamos que era porque las escaleras no soportaban demasiado peso. Se quedaron paradas delante de nosotros. (Por cierto, no hay pruebas de que Álex de la Iglesia estuviera sobre las escaleras en ese momento).
Una vez arriba, felicito a los premiados, toco el cabezón con la uña, con respeto, y, ya sin ningún respeto, me peleo con lo mejor del cine patrio por conseguir unas cazuelas de codorniz, arroz negro y fideúa. Por una buena tapa soy capaz de acabar con lo que queda de la Escuela de Barcelona.
A la mujer de Ernesto Alterio le da un vahído y la sientan junto a nosotros. Por ahí anda Julio Fernández, más o menos a la altura de la barra.
Sí, a la altura de la barra.
Luego llega una mujer que, como Dios, es capaz de estar en dos lugares al mismo tiempo. Es Yola Berrocal, que, al menos, estaba en dos salas a la vez. Su hermana, que llegó más tarde al reparto de silicona, hace fotos de Yola y famosos con una Polaroid. Al rato, Yola se acerca a nuestro grupo, dice que anda buscando a Jaime Rosales para felicitarle por su película. “Lo mejor que he visto desde “Honor de Cavallería”” comentaba a quien quisiera escucharla.
Tal vez parte de lo anterior no sea del todo exacto, yo llevaba ya unos cuantos gin-tonics y a veces eso me nubla.

Un señor se acerca para comunicarnos que eso lo chapan, que nos vayamos pero ya. Levanto la vista y... es cierto, casi no queda nadie. La gente se ha ido marchando, algunos a sus casas, otros a fiestas privadas.

Dudas sobre adónde ir, ¿a la fiesta del Orfanato en el hotel ME de Santa Ana? ¿A Clamores con las de "Las Trece Rosas"? ¿A la fiesta de "La Soledad"?
¿Habrá fiesta de "La Soledad"?
Y, en caso afirmativo, ¿cómo será?
¿Tendrá "dj"? ¿Qué pinchará? ¿"Berlin" de Lou Reed?
No sé, pero, gracias a los gin tonics yo ya llevo la "polivisión" de serie.
Me subo al taxi, los amigos que van delante han decidido que van a intentar entrar en la fiesta del Orfanato. Pero yo tengo un rapto de sensatez. Son las cuatro y pico de la mañana y a las once tengo que estar en el curro. Así que le pido al taxista que me lleve a casa.
Por el camino me pregunto qué carajo es el cine español, si yo soy parte de eso o no. Supongo que no, porque me he tenido que colar en el recinto.
Seguramente no haya sido una gala maravillosa. El presentador podría ser más elegante, las películas podrían ser mejores, la alfombra podría ser de otro color, el guión podría ser más ingenioso, los actores podrían ir mejor vestidos, el recinto podría ser más cálido... pero, esto es lo que hay.
Yo también quisiera escribir como Aaron Sorkin y tener las pintas de Brad Pitt.
Los premios Goya y el cine que premian es... lo que somos capaces de hacer.
Reconozco que admiro a mucha gente de la que estaba allá: premiados, candidatos e invitados.
Me gustaría volver a acudir a una de estas galas. Y, si la próxima vez no tuviera porqué mentir al segurata de la puerta, eso ya sería cojonudo.

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5.2.08

En los Goya (I)

A ver a ver, comencemos por el principio.

Me consiguen una invitación. Claro, no es a mi nombre. Un productor no puede ir, le da entrada a alguien que conozco y ese alguien nos la pasa a mi amiga XX y a mí.
(Oculto la identidad del productor y de mi amiga bajo las equis para protegerles. A pesar de la letra elegida ninguno de ellos tiene nada que ver, que yo sepa, con la, por lo demás muy respetable, industria del entretenimiento para adultos)
En la famosa entrada, tres cosas:

20 horas
Rigurosa etiqueta
Se rogará identificación en la puerta.

Ok.
No hicimos caso a ninguna de las tres.

Sobre las nueve, nos presentamos en la puerta con la mejor ropa que uno puede conseguir en su armario con un día de antelación. Puedo decir con orgullo que ni una sola prenda había sido víctima de esa polilla que comparte casa conmigo desde hace un tiempo.

Llueve mucho. Vamos a la puerta de mortales, no nominados, no famosos. Un segurata en la puerta, le paso la entrada y… el hombre me pide el DNI para comprobar que soy don XX XX, productor.

Guay.

Ya estoy a punto de darme la vuelta y regresar a Madrid, calado hasta los huesos pero bastante bien vestido, cuando mi amiga, que incluso en un mal día puede darme una lección de aplomo, saca su carnet del Club de Campo.
Evidentemente, el nombre no tiene nada que ver con el de la entrada pero… es del Club de Campo, tíos.

Segurata impresionado; nosotros, para adentro.

Buscamos la barra. Necesito un whisky para pasar el susto. Pero nada, no hay nada de beber o comer hasta después de la ceremonia. Prácticamente durante toda la gala estoy tenso, pensando que el segurata va a venir a por mí, una vez supere la obnubilación que le ha producido la visión de tan elitista carnet.

Hay una bolsa en el asiento (fila 14, Ray, puestos a suplantar, suplantamos a gente importante). Dentro, un par de chupa chups y un librito de información que contiene, entre otras cosas, el ameno discurso de la presidenta.

Detrás, en la fila 15, el gran actor Fernando Chinarro (ah, y un tal Juan Diego también). A mi lado, un hombre serio que me saluda, intrigado por la identidad de ese tipo con el que le ha tocado compartir reposabrazo.

Empieza el asunto.

Todo va rápido. La gente se toma en serio lo de ser breve con los agradecimientos. Por un momento la gala tiene un aire casi excesivamente frío y funcional.

Personalmente, me parece que el presentador es bastante ingenioso. No va bien vestido pero, realmente, eso me hace sentirme un tipo elegante dentro de mi americana de Zara Taras.

El escenario es grande, el auditorio es mayor (porque, entre otras cosas, tiene que contener el escenario). Sólo hay una pantalla en la sala y en ella sólo se proyectan los vídeos preparados y, en algunos casos, las “ventanitas” con las caras de los nominados. No hay ninguna pantalla en la que se vea a los presentadores o a los premiados cuando recogen su Goya, así que uno no acaba de ver bien ni las caras, ni los peinados, ni los escotes. Personalmente, pienso que vendría bien ofrecer esas imágenes, en alguna pantalla de la sala, como se hace, por ejemplo, en los conciertos de música. Desde mi fila uno tardaba un buen rato en darse cuenta de que esa señora del vestido de letras era Corbacho y no la presidenta de la Academia un pelín desmejorada.

Por cierto, si, siguiendo con la política de aligerar la gala, alguien decidiera cargarse el coñazo de la presidenta (y me refiero a su discurso), no creo que hubiera protestas multitudinarias.
(Continuará)

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4.2.08

Permitidme un desahogo




¡Sííííííííííííííííííííííí!


Estuve ahí, haciéndome pasar por otra persona, claro. Una pequeña crónica esta noche, cuando tenga un rato libre.

Mientras tanto, ¿Qué pensáis de los premios?
¿Y de la gala?
¿quién iba más guapo/a?
¿quién llevaba los zapatos más grandes?
¿alguien ha visto "La soledad"?

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