5.2.08

En los Goya (I)

A ver a ver, comencemos por el principio.

Me consiguen una invitación. Claro, no es a mi nombre. Un productor no puede ir, le da entrada a alguien que conozco y ese alguien nos la pasa a mi amiga XX y a mí.
(Oculto la identidad del productor y de mi amiga bajo las equis para protegerles. A pesar de la letra elegida ninguno de ellos tiene nada que ver, que yo sepa, con la, por lo demás muy respetable, industria del entretenimiento para adultos)
En la famosa entrada, tres cosas:

20 horas
Rigurosa etiqueta
Se rogará identificación en la puerta.

Ok.
No hicimos caso a ninguna de las tres.

Sobre las nueve, nos presentamos en la puerta con la mejor ropa que uno puede conseguir en su armario con un día de antelación. Puedo decir con orgullo que ni una sola prenda había sido víctima de esa polilla que comparte casa conmigo desde hace un tiempo.

Llueve mucho. Vamos a la puerta de mortales, no nominados, no famosos. Un segurata en la puerta, le paso la entrada y… el hombre me pide el DNI para comprobar que soy don XX XX, productor.

Guay.

Ya estoy a punto de darme la vuelta y regresar a Madrid, calado hasta los huesos pero bastante bien vestido, cuando mi amiga, que incluso en un mal día puede darme una lección de aplomo, saca su carnet del Club de Campo.
Evidentemente, el nombre no tiene nada que ver con el de la entrada pero… es del Club de Campo, tíos.

Segurata impresionado; nosotros, para adentro.

Buscamos la barra. Necesito un whisky para pasar el susto. Pero nada, no hay nada de beber o comer hasta después de la ceremonia. Prácticamente durante toda la gala estoy tenso, pensando que el segurata va a venir a por mí, una vez supere la obnubilación que le ha producido la visión de tan elitista carnet.

Hay una bolsa en el asiento (fila 14, Ray, puestos a suplantar, suplantamos a gente importante). Dentro, un par de chupa chups y un librito de información que contiene, entre otras cosas, el ameno discurso de la presidenta.

Detrás, en la fila 15, el gran actor Fernando Chinarro (ah, y un tal Juan Diego también). A mi lado, un hombre serio que me saluda, intrigado por la identidad de ese tipo con el que le ha tocado compartir reposabrazo.

Empieza el asunto.

Todo va rápido. La gente se toma en serio lo de ser breve con los agradecimientos. Por un momento la gala tiene un aire casi excesivamente frío y funcional.

Personalmente, me parece que el presentador es bastante ingenioso. No va bien vestido pero, realmente, eso me hace sentirme un tipo elegante dentro de mi americana de Zara Taras.

El escenario es grande, el auditorio es mayor (porque, entre otras cosas, tiene que contener el escenario). Sólo hay una pantalla en la sala y en ella sólo se proyectan los vídeos preparados y, en algunos casos, las “ventanitas” con las caras de los nominados. No hay ninguna pantalla en la que se vea a los presentadores o a los premiados cuando recogen su Goya, así que uno no acaba de ver bien ni las caras, ni los peinados, ni los escotes. Personalmente, pienso que vendría bien ofrecer esas imágenes, en alguna pantalla de la sala, como se hace, por ejemplo, en los conciertos de música. Desde mi fila uno tardaba un buen rato en darse cuenta de que esa señora del vestido de letras era Corbacho y no la presidenta de la Academia un pelín desmejorada.

Por cierto, si, siguiendo con la política de aligerar la gala, alguien decidiera cargarse el coñazo de la presidenta (y me refiero a su discurso), no creo que hubiera protestas multitudinarias.
(Continuará)

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7 Comments:

Blogger guionistaconrayban said...

¡Dios santo!
¡lo que tiene que hacer un guionista para que le den un asiento digno!
¡suplantar a un productor!

¡huelga pero a la de ya!

(estoy deseoso de que llegues a contar el cóctel de después de los Goya, a ver si tú consigues explicarme lo que era la carne rara aquella)

3:45 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Jajjjajjaaa. Pobre Presidenta. Lo cierto es que tanto el discurso de este año como el del pasado han sido de agárrate y no te menees. Yo me pierdo en esas disquisiciones tan largas que hace, la verdad. Y la niña por aquí, y por allá. Menos metáfora, por favor.

Sé de una empresa de seguratas que el año que viene no serán contratados. O eso o aventuro un despido inminente.

9:32 a. m.  
Blogger El Teleoperador said...

¿¡Chupachups!? Joder, cutrerío desde antes de sentarse, para que nadie se engañe. Si los cineastas españoles tuviesen salero habrían salido todos con el palito en la boca.

9:53 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Y que no se besen todos todo el tiempo por dios, es antitelevisivo!!!!

bb

4:45 p. m.  
Blogger Esquizofrénico said...

Si la barra de la zona de prensa hablará, no sé cuántas tonterías diría sobre las borrecheras que algunos nos hemos pillado allí. El primer año que fui (Amenábar ganó con Tesis)me tocó sentarme en primera fila. Un coñazo oye. Pero para un chico de provincias recién llegado, que no conocía a nadie, tampoco estuvo mal.
A partir de ahí en zona de prensa. Mucho curro pero también muchos amigos y mucha bebida (y comida).

8:59 p. m.  
Blogger Miss Julie said...

Las galas son un coñazo... ¡A no ser que te den premio o que te lo montes en el back stage a base de canapieses y martinis! Incluso cuando estuve nominada..., ejem, ejem, como mejor guionista (junto a tres más del equipo, claro) y con butacas con nuestro nombre y todo y la steady enfocándonos... ¡níiian!tres segundos a cada uno... y en los Premios de la Academia de TV, que no es lo mismo... Un coñazo, coñazo.

Estoooo, aunque ir en plan Vigalondo o el Bokeaga a los Oscar y tal, supongo que sí merece la pena. Algún día Dani, algún día en la alfombra roja en L.A. NO esperamos menos de tí.

10:01 p. m.  
Blogger Unknown said...

no seas vago y huevón y cuentanos la post gala que es lo que nos interesa.

lo de la orgía y todo eso...

12:14 p. m.  

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