Carta a P.

Querido amigo,

No te conozco, pero sé cómo te sientes.

Cualquier guionista lo sabe porque el proceso se repite invariablemente en esta profesión: unos jefes, que tampoco tienen muy claro lo que quieren, te pasan el marrón. Te piden que escribas algo original pero sencillo, emotivo pero no lacrimógeno, algo que le guste a todo el mundo…

Se quedan cortos a la hora de pagar, nunca a la de pedir.

En lugar de renunciar a un encargo tan envenenado, tú, todo animoso, te encierras en casa y te pones a ello. Intentas cuadrar el círculo y, una vez cuadrado, hacerlo bonito: metes en cada línea un poquito de ti, tus recuerdos de infancia, lo que sentiste en aquél viaje a Galicia… Tal vez no estés inventando la pólvora, pero intentas escribir un texto digno.

Cuando por fin lo entregas, en lugar de un poco de respeto y una crítica constructiva, todos se permiten criticar tus frases. De golpe, parece que toda España está poblada de poetas. Desde el portero de finca al periodista, del militar al atleta. Te toca llevarte palos que no están dirigidos a ti, sino a los que te hicieron el encargo, pero eso no es mucho consuelo cuanto te han molido a palos, supongo.

Tipos que no han cogido un boli en su vida se consideran capacitados para dar lecciones de literatura y para mofarse de tu texto. Y no sólo de tu texto. También se burlan de ti, te llaman friki, te acusan de plagiar, comentan que con razón estabas en el paro antes de este encargo, que ellos escriben algo mejor incluso dormidos…

En este país, querido P., todo el mundo sabe hacer de todo. Y muy bien. Al menos, eso es lo que nos creemos. Tal vez podrías haber mencionado esta característica nacional en tu texto. No hubiera sido muy épico pero tal vez sí un poco más realista.

No tengo mucho más que decirte. Sólo pedirte que resistas. Tal vez tengan razón y lo que escribiste no fuera maravilloso pero creo que, por lo menos, merecía un comentario educado y respetuoso. Pocas cosas más fáciles que insultar a un papel indefenso.

Recibe un abrazo fuerte de tu colega,

D.

P.D.: Por cierto, aunque ya no vaya a suceder, te digo que eso de "cantemos todos juntos con distinta voz y un solo corazón” tal vez no sea digno de Espronceda pero se parece bastante al himno que yo quisiera cantar.

Además, ¡qué carajo! ¿me voy a poner estrecho ahora, después de haberme pasado la juventud cantando a voz en grito “Balas blancas” de Barricada con su memorable "Sólo quiero ser más rápido que ellos, echar todo a perder, un día tras otro, y un buen rato después, saber llegar a casa antes de que el sol me diga que es de día"?