12.4.11

Otro folio y medio sobre la comedia

Sigo con otras pequeñas notas sobre algunas características de lo cómico (aquí tenéis la primera parte). Como ya os dije, son ideas dispersas y poco organizadas, pero espero que os sean útiles.

- La comedia suele tratar temas “pequeños”. Es habitual que un thriller, una peli de terror o aventuras traten sobre un gran peligro que amenaza a una ciudad, un país o el mundo entero. De hecho, como comentaba Ángela en su post, citando a un tal Albert Zuckerman: cuanto más "monumental" es lo que esté en juego, más posible es que ese relato (en su caso hablaba de novelas) interese al público. Nadie se va a tomar muy en serio a un psicópata que amenaza con quemar cada mes un contenedor de basura. Si va a matar una virgen cada mes, el asunto se vuelve más interesante. Si mata a un líder mundial al mes, tal vez sea más impactante aún. Creo que sería un bombazo si el tipo intentara matar cada mes a un líder mundial que además fuera virgen. Bueno, me estoy yendo por las ramas: lo que quiero decir es que esto no ocurre con la comedia. La comedia parece huir de los temas “importantes”. Es cierto que existen parodias cómicas del cine de espías o de las películas de acción, pero no es lo habitual: la mayor parte de las comedias suelen tener temas más cotidianos: relaciones sentimentales, gente que pierde su trabajo, familias disfuncionales…

Con el párrafo anterior no quiero decir, ni mucho menos, que los temas tratados por las comedias sean menores: ¿hay algo más importante en nuestra vida que el amor, el trabajo o la familia? Desde luego, en la vida real seguramente estos asuntos nos afectan más directamente que la posible destrucción de la ciudad de Chicago por un terrorista georgiano.

- Tal vez por algo relacionado con lo anterior, o tal vez no, me da la impresión de que las comedias suelen transcurrir en un tiempo dramático más corto. Repito, es sólo una intuición, pero pienso que, así como es habitual que en el drama se narre una larga saga familiar, la historia completa de la vida de una persona o, una epopeya épica que se extiende incluso a lo largo de varios siglos, en la comedia, el tiempo dramático suele ser más breve: un viaje a un concurso de belleza infantil que no salió del todo bien, las semanas que un grupo de parados dedican a montar un número de striptease con el que recaudar pasta... No recuerdo grandes sagas cómicas. Sólo, en todo caso, parodias de sagas épicas.

Sí, pensándolo un poco, creo que estos dos puntos que llevo escritos tienen relación entre sí: la narración de un periodo largo de tiempo exige el uso de muchas elipsis y, por lo tanto, la selección exigente de las secuencias que son dramáticamente importantes para comprender la historia. En cambio, la comedia suele necesitar precisamente de escenas “poco importantes” dramáticamente para poder hacer gracia. La secuencia entera del dictador Adenoid Hynkley jugando con la bola del mundo, aún siendo un insuperable retrato de los delirios de grandeza de un dictador, no hace avanzar la trama de la película.

Lo mismo puede decirse de casi todos los gags verbales: un personaje puede llegar a cierto sitio y disculparse brevemente por el retraso. En una comedia podría inventar una torpe excusa y explicar que el metro que ha cogido ha sido secuestrado por terroristas novatos que exigían que el tren les llevara a Oviedo. Puede ser gracioso pero, desde luego, no es necesario que lo explique. En un relato de “largo aliento” no hay espacio para digresiones y, la comedia, diría yo, es el reino de las digresiones.

- La comedia es crítica. Decía en el anterior post sobre este asunto que uno sólo se ríe sobre aquello que considera malo. Así que quien se ríe sobre algo, lo está criticando o describiendo negativamente. Si le comento a un amigo que es más pesado que la Newsletter del Notodofilmfest, me estoy metiendo con su insistencia (y, de paso, con la del festival de cortos por Internet). Un tipo que hace bromas sobre todo lo que le rodea puede resultar muy agresivo: si te ríes de la excesiva cautela de una amigo, de la temeridad de otro, de la testarudez de un tercero y de la falta de criterio del cuarto amigo, seguramente los cuatro acabarán hartos de ti. Sentirán que, riéndote, te sitúas por encima de ellos, en un punto medio óptimo, desde el que te permites criticar a todos. Es por eso por lo que…

- Muchos cómicos se ríen de sí mismos. Las bromas del propio cómico sobre su patética situación (p.ej.: estoy tan solo que hasta me hace ilusión recibir la Newsletter del Notodo. Lo malo es que el cabrón ni me contesta), sus pequeños vicios, sus costumbres... permiten que el público desarrolle cariño hacia una persona que, no sólo tiene muchos defectos, sino que es capaz de contarlos en público de manera patética y graciosa. El público se siente identificado con los defectos que el cómico enumera y, en cierto modo, se siente aliviado de que otras personas compartan sus defectos, aunque, habitualmente, exagerados para resultar divertidos. El cómico, en cierto modo, se pone de rodillas ante su público, esperando ser acariciado por él. Desde ahí, desde esa postura, resultarán mucho más admisibles las bromas del cómico sobre el resto del mundo: los inútiles dependientes del Media Markt, los teleoperadores pesados... incluso el público se reirá cuando, con falsa inocencia, el cómico se ría un poco de él.

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29.3.11

Dos folios y medio sobre la comedia

Nuestro querido Guionista Hastiado escribía un breve post sobre el humor y adjuntaba un enlace a este interesante programa de la 2 en el que se habla sobre el humor de un modo casi sesudo. Como dice Hastiado, se agradece mucho que un asunto aparentemente tan leve se trate, por una vez, de modo algo profundo.

A continuación, voy a hacer justo lo contrario.

Sí. No tengo ni la capacidad ni el tiempo necesarios para hacer un estudio serio sobre el humor. Sólo puedo mencionar algunas de mis ideas sobre lo que es “gracioso” y lo que no lo es. Están desordenadas y posiblemente se solapen en varios momentos, pero... estoy en la cocina, es un domingo a la una y media del mediodía, tengo el estómago lleno de café torrefacto y esto es lo mejor que se puede sacar de mí.

- Lo gracioso suele ser sorprendente (e inconveniente). Y la gracia suele ser proporcional a la capacidad de sorpresa (e inconveniencia). En "Misterioso Asesinato en Manhattan" Los personajes interpretados por Woody Allen y Diane Keaton acuden a ver a una mujer con la que tienen una cita. Llevan un regalo para ella. La encuentran muerta. Woody, asustado, reacciona proponiéndole a Keaton que le dejen el regalo bajo el brazo inerte y se marchen. Explicado no suena muy gracioso. Visto, sí lo es. No es exactamente la actitud esperable de una persona razonable. ¿Qué haría alguien normal en tal caso? Dejaría el regalo sobre la cama. Tomaría las constantes vitales al cadáver. Llamaría a la policía o los servicios de emergencia. Esperaría la llegada de las autoridades. Daría una fiel versión de los hechos. Es decir; todo sería un coñazo. Cuando la sensatez entra por la puerta, el humor salta por la ventana.


- Lo malo es gracioso. Lo bueno no. Siempre lo he sospechado, pero he sido más consciente últimamente. Puedo hacer dos millones de chistes sobre establecimientos de pizza barata. Ni uno sólo sobre una buena ensalada de rúcula con tomates cherry. Uno no se ríe de las cosas que realmente le gustan o de las personas a las que verdaderamente admira. Eso sí, puedo hacer chistes sobre gente obsesionada con comer sólo ensalada de rúcula. Gente que enferma cuando se entera de que el tomate cherry que acaba de ingerir no procede de una granja de agricultura ecológica. Pero eso ya es algo malo: una persona obsesionada. Maniática de lo supuestamente sano.

- La gente con sentido del humor, en general, no cree demasiado firmemente en nada. Bueno, habitualmente cree en que el mundo es un barco sin rumbo, un bote a punto de hundirse… del que, de todos modos, no suele querer saltar. Me refiero a que la firme adscripción a ideas políticas, religiosas, etc. suele ser incompatible con la comedia. Nada más opuesto que la épica y la comedia. En la épica los personajes suelen estar dispuestos a matar y morir por una idea. En la comedia, los personajes suelen renunciar a cualquier idea para poder sobrevivir. Acabo de ver Falstaff en el teatro Valle Inclán de Madrid. Ahí, el gordo personaje de Shakespeare, sobrevive haciéndose el muerto en el campo de batalla. Se ríe de los que han muerto realmente. ¿Qué mejor ejemplo de la vida que el fingirse muerto para seguir viviendo después de la batalla?


- Lo gracioso puede ser ofensivo. Hace unos años me disfracé de vendedor callejero de rosas. Llegué a la fiesta, con la cara un poco maquillada de oscuro, un falso bigote, unos cuantos ramos de rosas y fui ofreciéndolos a las invitadas, imagino que fingiendo algún acento. Unos días más tarde me enteré de que algunas personas habían encontrado mi disfraz bastante ofensivo. Opinaron que era algo racista, o que me reía de un grupo marginado. Desde luego, no eran esas mis intenciones, pero esa opinión me dejó algo tocado. A día de hoy, no tengo claro si aquél disfraz fue un acierto o no. Por una parte, sé que la ofensa está más en los ojos o en la mente del que la siente que en el propio acto… pero también sé que se puede ser gracioso sin ofender a nadie. La Disney lleva décadas viviendo de ello. Sin embargo, ¿tiene que ser todo el humor así de blanco? ¿No es como si le pidiéramos a todas las películas que acabaran bien, como si en ninguna de ellas hubiera sangre?

- Sin embargo, no todo lo ofensivo es gracioso. Creo que recientemente algunos cómicos adoptan la postura contraria. Sobre todo en programas de televisión, me da la impresión de que los guionistas y reporteros se empeñan en buscar la frase hiriente, el comentario agresivo contra un entrevistado, esperando que de esa situación surja la comicidad. Muchas veces la frase no resulta graciosa y el resultado para el espectador (al menos para mí) es que acaba siendo testigo de una escena vergonzante y tensa en la que empatiza con el entrevistado, que trata de reaccionar a la agresión con un máximo de educación e ingenio. Ser borde o ser "políticamente incorrecto" no siempre es gracioso. A veces, simplemente uno queda como un idiota.

- Dice un personaje de Woody Allen que “La comedia es tragedia más tiempo”. Ok, pero… ¿cuánto tiempo? En su momento fue muy doloroso que me dejara aquella novia. Luego hice este corto sobre aquello. Había pasado el tiempo necesario como para poder reírme de ello, pero no el suficiente para poder olvidar el dolor que aquello me produjo y poder inventar escenas sobre el asunto. En este caso no hay problema: las bromas iban sobre mí (mi personaje) y mis relaciones. Pero… ¿y cuando se habla de un accidente aéreo real, del problema de faldas de una famosa o de una catástrofe nuclear con cientos de víctimas? ¿Cuánto tiempo debe esperarse para hacer una broma? ¿Quién decide el plazo y el tipo de broma? ¿Quién puede hacerlas? ¿Hay personas más “autorizadas” que otras? ¿Puede un judío hacer chistes sobre el Holocausto que le están vetados a un “gentil”? ¿Debemos saber la religión del “humorista” antes de reírnos o, por el contrario, censurar su chiste? Siempre habrá una persona para la que cualquier broma sobre la pederastia le resulte ofensiva. ¿Es esa persona la que debe decidir el momento en el que se puede hacer un chiste y cómo debe formularse este?


- "La comedia es tragedia más tiempo". Ok, pero... ¿cuánta tragedia? ¿Cuánto dolor se puede mostrar si uno quiere seguir siendo gracioso? ¿Cómo medirlo? Como ya comenté en este post, en su sesión sobre la comedia, Robert McKee contó que Charles Crichton, el director de “Un pez llamado Wanda” rodó dos versiones de un plano en el que un bloque de hormigón aplastaba a un perro. La primera toma incluía sangre y vísceras. La segunda no: sólo se veía la correa del perro, que acababa donde empezaba el bloque. Mostró al público las dos versiones. La versión “blanca” provocaba un montón de risas. La de la sangre, ni una sola. Mostraba demasiado explícitamente el dolor. Como ya escribí en este post, si hay sangre es difícil que haya risas. Es una muestra inequívoca de dolor. Un personaje cabizbajo muestra tristeza, pero puede ser cómico. Un personaje al borde del suicidio también puede ser cómico si está a punto de tirarse por la ventana o poniéndose una soga al cuello. Si toma una cuchilla para cortarse las venas es más difícil que uno se ría. Nos acercamos a un campo llamado "verdad" y, para entonces, es muy posible que parte de nuestro público considere que aquello ha dejado de ser cómico.


- Sin embargo, la mejor comedia reciente trata de acercarse a esa frontera. Durante un tiempo se dijo que, mientras el drama televisivo estaba progresando espectacularmente, la comedia parecía anclada en el formato de sitcom y risas enlatadas. Sin embargo, en los últimos años, gracias a Seinfeld, Larry David, Ricky Gervais, Baron Cohen y muchos otros, la comedia ha ido entrando en un terreno posiblemente más interesante pero también más exigente. Las formas técnicas (grabación supuestamente más realista, casi documental, eliminación progresiva de las risas enlatadas, localizaciones naturales) y también la escritura (casi desaparición del “gag” puro, reducción de las tramas a su mínima expresión) han ido llevando a estas nuevas comedias a un terreno intermedio, agridulce, que provoca una mezcla más amarga pero también menos artificial que las de las comedias que estábamos acostumbrados a ver. Muchos espectadores encuentran en ellas más dolor del que esperan de una comedia.

Ok, esto es todo por ahora. Llega la hora de quitarse el pijama y de salir de la cocina. Si os interesa, trataré de escribir un poquito más sobre este asunto en el futuro.

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