7.11.08

Gran mañana en el hotel


Ya sabéis que me muevo poco de mi barrio. De vez en cuando bajo al Círculo de Bellas Artes a presentar la novela de un amigo. O al Gijón a escribir una secuencia de mi próximo guión sobre la opresión franquista. Luego a Chicote a codearme con lo mejor. La última vez que madrugué fue para ver el Masters de Augusta por la tele. Sí, el de 2005. Acudo a dos o tres estrenos a la semana, siempre invitado. Le hago la pelota a un amigo director: “sagaz acercamiento al drama de la Guerra Civil desde el punto de vista de un niño, muy original, Beltrán”, a ver si de una vez me incluye en la terna para el Patronato. Los viernes me pongo la americana de pana, me perfumo de Bulgari y me acerco al Ministerio a recoger el sobre. La subvención. Un sobre cada vez más abultado. Desde que cambió el gobierno recibo tanta pasta que no sé qué hacer con ella. Bueno, a veces sí. De cada cuatros sobres me dejo uno en la calle Goya. Brioni me tiene bien tomada la medida. Otros días me gasto el salario mínimo en calzoncillos y pañuelos de Hermès. Es una vida rutinaria, pero le he ido tomando cariño. Soy un artista y eso conlleva sus servidumbres.

Sin embargo, ni siquiera manteniendo férreamente las costumbres uno es capaz de evitar incómodos encuentros.

En una boda, me sientan junto a uno de ellos. Y el tipo, zafio, con la servilleta al cuello y un trozo de solomillo en el premolar, me espeta:

- No acabo de entender… ¿por qué les subvencionan? Yo soy instalador de puertas de seguridad y… no nos subvenciona nadie.

Para colmo, interviene su mujer, vestida como si viniera a un cásting para Las Meninas.

- Y así se harían pelis mejores, pelis que gustaran a la gente. Porque esa es otra: el cine español está hecho para que les guste a cuatro gatos y…

El marido interrumpe a la mujer y vuelve al asunto que le inquieta. Me mira, severo.

- Pero, dime, ¿por qué las pelis tienen que recibir subvenciones?

Yo no suelo saber qué contestar. Murmuro respuestas torpes. Uno de mis argumentos es que no sólo el cine recibe ayudas. La agricultura también. Y los astilleros, la formación de pymes, la formación para empleados de pymes. Incluso la formación de formadores para empleados de pymes.

Pero, a nada que Gabriel, el liberal de la servilleta al cuello, sea un poco despierto me responde con alguna versión educada de “mal de muchos, consuelo de tontos”. Y en eso el hombre tiene razón. Decir que el botín se reparte entre muchos ladrones no es un buen argumento para defender un robo.

Estos encuentros me suelen afectar. Pensar que mi nivel de vida se debe a los impuestos que pagan Gabriel y su mujer, que durante media hora diaria ese hombre coloca puertas blindadas para que yo pueda degustar, también a diario, un mille-feuille comme il faut me suele cerrar el estómago. Al menos durante dos o tres horas.

Evidentemente, no es algo que sólo me haya ocurrido a mí. Muchos colegas han vivido otras experiencias parecidas. Las solemos comentar, tratando de ocultar nuestra inquietud, los viernes hacia las 11 en el salón grande del Ritz. El brunch del Subvencionado, lo llamamos. Ahí llega Miguel, con Le Monde bajo el brazo y sus eternas gafas de pasta. Y Pablo, con su amante o su mujer, dependiendo de si es semana par o impar.

Si alguna vez la gente como Gabriel se organiza y llega al poder, ¿qué será de nosotros? – nos preguntamos. Los más fatalistas aventuran que tendremos que ponernos a trabajar. No habrá manera de lograr pasta para sacar adelante esa biopic sobre Felipe González, ni de que a uno le paguen el viaje a Viena para soltar su enésima conferencia sobre la Transición española…

Estos bárbaros – dijo esta mañana Ramón, indignado – no entienden el arte, no saben las necesidades que tenemos los artistas, no saben que deben financiarnos y olvidarse de pedirnos cuentas… esa es la manera de tratar a un artista. Cuando lleguen al poder, todo acabará para nosotros. Los auténticos artistas somos una clase a punto de desaparecer. Resignémonos y, como la orquesta del Titanic, hagamos arte hasta que el agua nos llegue al cuello…

Ramón es único en su patetismo. Sin embargo, esta mañana, Pedro le ha interrumpido. Llevaba El País en la mano, abierto por la página 50.

- ¡No, Ramón! - ha gritado - No son bárbaros, Ramón. O si lo son… cuando llegan al poder, se rinden ante la belleza del arte. Como los Hérulos, entrando en Roma, se postraron ante los templos, admirando su belleza y respetándolos.

Y entonces nos ha mostrado las dos noticias. Una en la página par. La otra en la impar. Y un rayo de luz ha penetrado a través del vidrio biselado del salón del Ritz. La esperanza.

Un sentimiento de hermandad ha invadido nuestros corazones al leerlas. Sí, en el fondo, son como nosotros. ¿No es simplemente humano el rendirse ante lo bello y apoyarlo, venga del extranjero o de nuestra tierra? Aunque oculta tras una fina capa de caspa, también ellos tienen su sensibilidad. Nada hay que temer. Pase lo que pase, venga quien venga, el Arte verdadero estará a salvo. Y, con él, nosotros, los artistas.

Ha corrido el Ruinart como en los mejores días. Los subvencionados celebrábamos. Fuera de peligro mis calzoncillos de Hermès, mis mille – feuille o mis 100 mililitros de Bulgari. También mis trajes de Brioni. Eso sí, tal vez encargue una chaqueta de otro color. Nunca se sabe cuál será la tendencia de la próxima temporada.

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9 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Qué bueno lo tuyo.

De todas formas el servicio del Ritz estuvo fatal en 2006, ¿eh?

Te lo digo porque ese año me dieron beca.

11:35 a. m.  
Blogger Miss Julie said...

Ja, ja, ja... No en un lugar tan entrañable como una boda, pero si igual de pintoresco: la sala de espera de un hospital público (de esos que reinaugura cada tres meses nuestra ínclita Presidenta de sugerente nombre), unos buenos contribuyentes, los señores de Pringánez, se lanzaron a protestar por la larga espera con el bonito y original tema "¡Aquí quisiera ver yo a Zapatero!". Cuando, imbuida por el espíritu de enseñar deleitando intenté puntualizar que la sanidad madrileña la "administra" la Comunidad, la señora Pringanez saltó como si la hubieran mentado a la madre: "Si Zapatero en vez de quitar el dinero a la pobre Espe para el subvencionar a esos artistas y gente de cine, que encima se lo gastan en drogas, todo irái mejor". (Prometo que sólo el apellido de los susodichos es ficticio)

2:09 a. m.  
Blogger Daniel said...

¡Muchas gracias, Aquiles!

Pues sí, 2006 fue un mal año en el hotel. Desde la marcha de Joaquín, el gerente, realmente nada ha sido como solía. Por cierto, aquiles, por allá nos acordamos mucho de ti y de tu afición a las ostras y a beber champán en los zapatos de las mujeres. Esperemos que pronto puedas volver.

Pues sí, Miss, la envidia puede asaltarte en cualquier sitio. En una boda, en un ambulatorio o en un taxi... Siento no ser más brillante en la respuesta pero me estoy recuperando del fiestorro de ayer (por cierto, los gintonics de Hendricks los pagó la Comunidad de Madrid. Es decir, la suma de todos. De todos los Pringánez).

2:34 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Genial.

Te has salido.

Espero compartir un chablís comme il faut en tu ático de Serrano en compañía de la crema subvencionada para celebrarlo.

11:02 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Conmovido por la situación de los Pringánez, obligados a recurrir a la sanidad pública a la vista de cualquiera, me he decidido a seguir el rastro de su dinero.
Aprovechando la amplia red de contactos con la que ahora contamos todos en el ejecutivo, trataré de cerciorarme de que ni un euro suyo ha ido a parar a la nueva Underwood de mi colección. Mi conciencia no lo soportaría.

Tomatín.

8:16 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Buenas, soy Tomatín.

Ayer noche descubrí varios blogs interesantes, entre otros el tuyo, y decidí empezar uno propio, para revolcarme también en la endogamia bloguera. De momento consta únicamente de una entrada. Simplemente quería saber si no te molestaría que te añadiera en la lista de enlaces, eso es todo. La dirección es http://elrestoescuriosidad.blogspot.com/

Un saludo.

11:39 p. m.  
Blogger Daniel said...

Eh, querida ángela, ¿cómo que en la calle de Serrano? Mi nidito, por si no quedó clarinete, está en el cogollito de Chamberí. Un beso y ganas de otro rendez vous de subvencionatas, a ver cuándo nos vemos.

Martín Tomatín, no sólo no me importa que me incluyas entre los enlaces, sino que te enlazo desde aquí. Tus primeras entradas (aunque aún no he podido leerlas completas) parecen muy muy interesantes. Y tus comentarios por aquí son hilarantes. Y no sé cómo acabar esta frase para que rime con las de ... antes. (Yuju, lo logré)

1:37 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gracias por el cumplido, en cuanto aprenda a escribir el blog ya será la leche.
Por cierto, creo que bajé la misma versión libre de In treatment que tú. La metodología del analista era poco ortodoxa pero los pacientes parecían mucho más satisfechos que los de Gabriel Byrne.

Un saludo.

10:16 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Texto maravillosamente escrito.

Lo triste es que lo narrado tenga un fondod e verdad.

Para algunos privilegiados...

Saludos

7:15 p. m.  

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