12.4.06

El escritor profesional según John August (y III)


Esta es mi tesis número 3:
No puedes elegir cuándo vas a ser profesional y cuándo vas a ser amateur.
Tal vez la mejor manera de demostrar esto, es remontarse a la época en que estabas en clase de geometría en el instituto. En el caso de muchos de vosotros eso fue… el año pasado. ¿Recordáis que había dos tipos de demostraciones? Unas eran directas: tenías que seguir unos postulados y axiomas para intentar demostrar algo. En las pruebas indirectas uno asume lo contrario y sigue hasta que se revela ilógico.
Esto es una prueba indirecta.
Digamos que, vale, que uno puede decidir cuándo es amateur y cuándo profesional. Sigamos con esa lógica.
¿Cuándo elegiría uno ser profesional? Bueno, posiblemente cuando estás haciendo bien tu trabajo. Cuando te sientes seguro de él. Es fácil ser profesional cuando todo el mundo dice que eres la leche.

¿Qué obtienes a cambio de ser un profesional? Bueno, a veces te dan acceso a lugares restringidos: por ejemplo, si eres un fotógrafo profesional te dejan entrar a una conferencia de prensa a la que no entra un amateur. También te pagan. Como guionista profesional, me pagan bastante bien por escribir diálogos ingeniosos. A un actor profesional le pagan mucho mejor por decir los ingeniosos diálogos que yo escribí (pero ése es otro asunto).
Si eres un profesional obtienes también el respeto de tus colegas. Te dejan sentarte en la mesa de los mayores, no en la de los críos. Y eso en sí, ya te supone una buena satisfacción personal.

¿Cuándo elegirías ser amateur? Bueno, posiblemente cuando no te sientes tan orgulloso. Cuando no sabes qué estás haciendo o cuando no eres demasiado bueno haciéndolo. O, al menos, en los momentos en que la gente te critica. Dirás: “Eh, ¿qué quieres? ¡Sólo soy un amateur!”

Eso suena a Ain’t it Cool News. Usas lo de ser amateur como excusa.
Básicamente, lo que estás diciendo es: “no me juzgues”.
Y aquí es donde esta prueba indirecta se estropea: la gente siempre te va a juzgar. No puedes evitarlo. No puedes controlar cómo te van a juzgar ni con qué criterios.
Lo único que puedes controlar es tu trabajo. Y es por eso por lo que tu trabajo, todo tu trabajo, tiene que ser profesional.
¿Y qué quiero decir con profesional?
Vuelvo a las cinco características de antes, para las que no tengo una buena abreviatura:
Presentación: si lo que escribes es desordenado, incoherente o incorrecto gramaticalmente, la gente te va a juzgar por ello
Precisión: Si te equivocas rotundamente, eso es grave. Y no sólo en el periodismo. Si extraes conclusiones sobre datos incorrectos, eso es un problema. Si estudias la clonación de humanos, puedes pasar de ser el héroe de Corea del Sur a ser su mayor villano en sólo una semana. Creedme, ese tipo no va diciendo por ahí: “No, entiéndeme, yo sólo soy un clonador amateur”.
Consistencia ¿La gente puede confiar en ti? Estoy seguro de que, en esta sala, todo el mundo ha tenido que realizar algún trabajo en grupo. Siempre hay un tío que se escaquea. Aparece tarde, no ha escrito lo que tenía que hacer… No seáis ese tipo. Tenéis que aparecer a tiempo y… preparados.
Responsabilidad: ¿Puedes defender lo que has escrito y lo que has hecho? Es muy fácil tener unos principios muy sólidos. Lo difícil es vivir de acuerdo con ellos.
Cumplir los mínimos del oficio: Volviendo al ejemplo del Día de Acción de Gracias, una vez que pasas a la mesa de los adultos, no vuelves a la mesa de los pequeños. Así que es mejor que no tires comida o dejarán de invitarte.
Mi tesis era: no puedes elegir cuándo eres profesional y cuándo eres amateur. Pero incluso se puede acortar.
Tesis 3.01:
Nunca eres amateur
Ahora mismo estás pensando: “mierda, esto es mucha presión. En cuando me titule, cuando esté en el mundo real, voy a tener que comportarme como un profesional.”
Y yo digo: no. ÉSTE es el mundo real. Tienes que ser profesional ya. Porque en todo lo que escribes, sea tu trabajo en clase de lengua o tu perfil en FaceBook (N.d.T.: directorio en Internet para estudiantes, muy popular en U.S.A.), lleva tu nombre escrito. Todo eso te representa. Y, en la era de Google, todo lo que has escrito, incluso ese extraño comentario que dejaste en un foro de Internet, estará siempre unido a tu nombre.
Así que tienes que preguntarte: dentro de un año, dentro de cinco años… ¿qué pensaré de aquello que escribí?
Sinceramente, no quiero ser un aguafiestas. Si te apetece escribir 1.500 palabras sobre tu gato en tu blog, hazlo. Sólo te pido, te ruego, que cuides la ortografía. Tu gatito se lo merece. Ponte cuidadoso y tómate hasta los asuntos más frívolos con seriedad.
El primer guión que escribí se llamaba “Here and Now” (“Aquí y ahora”). Era una tragedia romántica ambientada en Boulder, Colorado. Era el típico primer guión demasiado elaborado en el que intentaba meter todo lo que opinaba sobre cualquier asunto, porque tenía la impresión de que tal vez nunca iba a escribir otro guión, así que mejor meterlo todo en este.
Ahora, cuando lo releo, hago muecas de desagrado. Escribo mejor ahora que antes. Pero no estoy avergonzado de ese guión, porque es profesional. En cuanto a la presentación: no hay erratas llamativas. Es preciso, al menos en lo que se refiere a los detalles emocionales. Es consistente: hay unas pocas maneras aceptables de dar formato a un guión y cualquiera de ellas está bien si la mantienes durante todo el texto.
Y sigo sintiendo que puedo defender ese guión. Ya no lo envío como muestra de escritura pero, si alguien lo lee, puedo hablar con él y explicar porqué lo escribí así y no de otro modo.
Y, finalmente, esto es lo importante, el guión cumplía los mínimos del oficio. Aunque yo era un novato, no escribía para guionistas novatos. Escribía como si fuera un guionista profesional y así es como yo quería que se leyera mi trabajo.
Segundo ejemplo: actualmente, mantengo una página de Internet, básicamente un blog, sobre la escritura de guiones. Bajo el título hay una frase “una tonelada de información útil sobre guiones” que espero sea cierta. Comencé con la página porque cuando yo era un aspirante a guionista – fijaos que digo “aspirante”, no “amateur”- era muy difícil encontrar buena información sobre cómo se escriben guiones. Empecé a escribir una columna semanal en la que respondía a preguntas en IMDb y, posteriormente, usé esas consultas como base para mi página web.

La actualizo dos veces por semana y me la tomo verdaderamente en serio. No es mi trabajo. No cobro por ello; ni siquiera pongo esos anuncios de Google. Pero soy profesional con mi página web, en esos cinco sentidos de la profesionalidad. Quiero que tenga una buena presentación. Compruebo la ortografía. Compruebo que funcionen correctamente los enlaces a otras páginas. Intento ser constante y responder a las cuestiones semana a semana. En cuanto a los estándares del oficio, no miro a las páginas de otros guionistas, sino a las páginas más útiles en cualquier disciplina. E intento que mi web esté a esa altura.
Y lo hago porque lleva mi nombre. Creo que hay que mirar el nombre de uno como una especie de marca registrada. Así como la Disney no quiere que se publique un dibujo de Mickey Mouse agarrando con su blanca mano un cuchillo ensangrentado, yo no quiero que mi nombre vaya asociado a un texto mal escrito y poco profesional.

Tu trabajo es todo lo que tienes. Así que hazlo bien. Siempre.
Para acabar, quiero decir que mis críticas a “Ain’t it Cool News” o “US Weekly” o los blogs cutres no pretenden ser desesperanzadoras. En realidad, creo que estamos viviendo uno de los momentos más emocionantes en la historia de los medios. Las barreras para entrar nunca han estado tan bajas. Puedes hacer un corto con una cámara de 500$, colgarla en YouTube.com (N.d.T: página web dedicada a la descarga de vídeos) y ser un fenómeno mundial al día siguiente. Por medio de un blog puedes contestar a los medios de un modo que antes era inconcebible, y tus lectores también pueden responderte a ti.

Creo que la situación más parecida a la actual se vivió en los primeros noventa, cuando, de pronto, llegaron las impresoras láser. Yo era diseñador gráfico, así que creí que aquello era el paraíso. Pero, creo que todos recordamos lo que ocurrió, ¿no? De pronto, empezaron a surgir un montón de panfletos cutres. Y aprendimos una dolorosa lección: aunque puedas emplear 50 tipos de letra diferentes en la portada de un folleto, hacerlo tal vez no sea lo más adecuado.

Creo que lo que os estoy pidiendo, lo que os estoy rogando - leed mi subtexto- es que nos acerquemos a estas nuevas herramientas no como amateurs, sino como profesionales. Ese folleto cutre se tiró a la basura, en cambio, el texto que escribas en tu blog estará ahí siempre. Siempre.
Y los historiadores lo leerán y se preguntarán “Dios mío, ¿no usaban corrector ortográfico?”

Escojas la carrera que escojas, durante el resto de tu vida te tocará escribir. Prométete esta noche que lo harás como lo hace un profesional.

Gracias.

10 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Me ha resultado muy útil la conferencia, y esto de los requisitos de la profesionalidad es muy inspirador, la verdad. Gracias por tu estupenda traducción y por tu iniciativa.

2:47 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Es muy interesante. Yo siempre tengo ese problema de no saber si sentirme del todo profesional en lo que hago. Casi siempre lo distingo si me pagan, pero hay cosas en las que pagan poquito, entonces empiezo a pensar que para ser profesional tendría que ganarme la vida con ello, que si no, es un hobbie. Es difícil definirlo.

9:01 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¡Plas!, ¡plas!, ¡plas!.
Hay veces en las que cuesta mucho encontrar algo que realmente interese.

6:39 p. m.  
Blogger Daniel said...

Gracias a todos vostros.

Navaja, yo antes también me basaba en lo del dinero. Tal vez uno no se sienta guionista de verdad hasta que cobra por ello. Pero, pensando un poquito, luego te das cuenta de que estás más orgulloso del cuento que escribiste aquella tarde, sin que nadie te lo pidiera que de aquél episodio de serie de televisión estupendamente pagado en el que te limitaste a pasar a diálogo una escaleta.

No sé, resumiéndolo, creo que ser profesional es hacer bien tu trabajo.

Pero, vamos, es una opinión. Y es cierto que hasta que uno no vive con cierta regularidad de lo que escribe, no empieza a llamarse a sí mismo guionista. Y al principio... suena raro, ¿no?

5:55 p. m.  
Blogger Daniel said...

Vaya... acabo de escribir esto y... veo un estupendo post en el blog de acho (es duro ser verde) sobre esto de: ¿cuándo asumiste que eras guionista? ¿Cuándo saliste del armario? Os lo recomiendo. Pinchad en el nuevo link "es duro ser verde" si queréis leerlo.

6:50 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

A ver...para ser profesional hay que escribir sin faltas de ortografía, entregar los trabajos a tiempo y ser responsable. Vamos...¡si no me lo dice el tío este a mi no se me ocurre!.
Como mucho de lo que escriben los americanos, superficial, facilón y casi sin profundidad.
No obstante, le felicito por la traducción y por la amabilidad de compartir el texto. Gracias.

2:44 p. m.  
Blogger Daniel said...

Gracias a usted, anónimo.

Sí, es cierto, muchas veces los textos de autores norteamericanos son tan sencillos que parecen pueriles. Y tal vez lo sean. De todos modos, si no se toman con excesiva seriedad, tal vez vengan bien para recordarnos algunos conceptos que todos sabemos pero, con frecuencia olvidamos.

10:28 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Excelente precisión que me parece complemento ideal a los textos que ofreces. Tal vez ese tono pueril de los escritores americanos se deba a su intención de llegar a un público lo más amplio posible, pero me niego a pensar que un público extenso es tonto en su mayoría.
Sigo con atención su interesante blog al que me voy enganchando poco a poco.
Saludos:
Antonio, anteriormente anónimo.
(Lo siento pero soy tan torpe que no sé postear con otra identidad.XDDD).

3:45 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Para empezar gracias al blogger por traducir y publicar el artículo.

Sin embargo, y de acuerdo con el anterior anónimo, creo que lo que dice August no escapa de las obviedades y que su interés no está tanto en la exposición como en la reafirmación de quien lo lee (¿quién no va a estar de acuerdo con esto?).

En lo de la exposición me refiero a que utilizar como ejemplos para explicar la antítesis del rigor dos "revistas del corazón" me parece un recurso muy fácil, a que insistir tanto en la ortografía me parece condescendiente y a que el quinto punto (el de "Cumplir los niveles mínimos del oficio") no me ha quedado demasiado claro tal y como lo explica... Lo que quiero decir con esto es que este texto carecería de interés si no estuviera salpicado por anécdotas de la relación de su autor con los medios y, sobre todo, si no estuviera escrito por John August. Sin esto, quedaría en poco más que un apéndice moralizante a un manual de autoayuda para guionistas...

Sin embargo, en lo referente a las posibilidades de autoafirmación, sí que tiene algún detalle de interés. Una frase como "Haría cualquier cosa en lugar de sentarme y escribir una escena. Pero, ¿tenerla ya escrita y leerla de nuevo? Una gozada." favorece la empatía. Creo que poco más se puede sacar en claro.

Perdón por la chapa y un saludo.

4:09 p. m.  
Blogger Unknown said...

Mi nombre es Victor Reyes, soy un guionista Dominicano. me encanto lo que lei, por que cuando empece, me creia un buen guionista, y con el paso del tiempo he logrado que muchas personas piensen lo mismo.

6:26 a. m.  

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