Carta a un guionista en paro o nadando en la tormenta perfecta (II)
Os decía en mi post anterior que me ocurrió algo al ver “Up in the air”.
Ya sabéis que la peli va de un hombre, interpretado por George Clooney, que se gana la vida despidiendo a gente de ciudad en ciudad de Estados Unidos. La película ha sido muy oportuna, al tratar un asunto que está en las portadas de todos los periódicos del mundo actualmente: crisis, despidos, subsidios de desempleo... Muchos de los despedidos que aparecen en pantalla son personas que han pasado por esa experiencia recientemente y mencionan al final que, después de todo, hay otros aspectos de su vida que son mucho más importantes que ese empleo que acaban de perder y que, sin ellos, sí que se encontraría perdidos o… en el aire.
Esas entrevistas son emocionantes, sí, pero, creo que lo que de verdad me tocó vino más tarde, sobre los títulos de crédito. De pronto, después de una (en mi opinión) poco memorable canción de Graham Nash, comienza a sonar el típico ruido propio de una (muy mala) grabación doméstica. Luego, la voz de un tipo que se presenta, en inglés, y dice algo tipo: “Hola, Jason (por Reitman, el director de la película), me llamo Kevin Renick, me han despedido hace poco y he grabado esta canción, a ver si puedes meterla en tu peli. Se titula “Up in the air” (En el aire)". A partir de entonces, comienza a tocar esta canción.
No me parece una gran canción - repite tres acordes todo el rato y se hace un tanto larga - pero creo que hay algo muy conmovedor en ella, al menos lo hubo para mí. Tal vez sea la voz, tal vez la letra, tan expresiva y tan sencilla. La historia que cuenta el tal Renick trata de un hombre que ha perdido su empleo e intenta lidiar con la incertidumbre, con la precariedad de su exterior, pero también la de su interior.
Me imaginé a ese tipo de St Louis que, perdido su trabajo, graba una canción y se va con una grabación cutre a ver un coloquio con el director de moda y a colocarle, al final de todo, la cinta, el CD o lo que sea, con la vana esperanza de que la meta en una película. Todo esto me hizo pensar en un concepto psicológico que había escuchado hace tiempo: la plasticidad.
Según leo en la Wikipedia, la plasticidad neuronal viene a ser la capacidad que tiene las neuronas de cambiar sus interconexiones dependiendo de los estímulos externos. Estas conexiones, y su huella, son las que configuran la cosmovisión, la visión del mundo, que tiene cada individuo.
Cuando un individuo sufre un cambio profundo en su vida, de pronto, el exterior le somete a un desafío. Tiene que tratar de adaptarse a unas condiciones que, bruscamente, son otras. Su antigua cosmovisión resulta inútil y sus neuronas tienen que volver a conectarse, de otra manera, tratando de llegar a un nuevo equilibrio, a una situación que permita al individuo forjarse nuevas herramientas para comprender el nuevo entorno en el que está, es decir, llegar a una nueva cosmovisión.
Esta crisis nos está arrojando a muchos a un terreno de incertidumbre. Valores que se tenían por seguros, que configuraban nuestra visión del mundo hasta ahora, se tambalean: ¿realmente alquilar es tirar el dinero? ¿es la compra de una casa realmente una inversión segura? ¿es lógico que los ahorros que tardamos una vida en amasar vayan a invertirse en productos financieros que, ni siquiera los gestores saben exactamente en qué consisten? ¿no debería haber gastado mi dinero en un viaje en lugar de invertirlo en aquellos sellos teóricamente tan rentables? ¿Se ajustan los pagos mensuales y regulares que tendré que hacer durante veinte años para pagar esta casa con el inestable trabajo de guionista con el que pretendo ganarme la vida? ¿Debo prescindir de lo primero o de lo segundo? ¿Qué puedo hacer ahora que ya no hay marcha atrás, ahora que no tengo curro y… está entrando por la puerta el piano de cola que encargué cuando me dijeron que renovábamos?
Creo que esta crisis nos va a cambiar la manera de ver el mundo. Posiblemente ya lo está haciendo. Creo que esta crisis nos va a arrojar a un lugar que podemos llamar… Argentina.
Sí – con el debido respeto – en mis viajes a Argentina me ha dado la impresión de que ese país vive instalado en una crisis permanente, si me permitís la contradicción. Las cosas no acaban de funcionar allá, la burocracia es penosa y las empresas siempre parecen al borde de la bancarrota. Pero, junto a todos esos desastres, está la vida, la gracia, la creatividad más desbordante y el ingenio más pícaro. Parece que no hay argentino que no lo conozca todo, que no tenga una sociedad limitada a su nombre, siete proyectos teatrales, una columna de opinión en una prestigiosa revista y capacidad para escribirte un guión en un fin de semana, todo eso, sin dejar de arreglarte la lavadora por sólo unos pesos.
Esta precariedad en la que vamos a instalarnos durante unos años, va a sacar nuestro lado más ingenioso, va a hacer que espabilemos y que tomemos decisiones drásticas que, tal vez, llevábamos cierto tiempo aplazando. Ahora podemos permitirnos ser más valientes porque… ahora tenemos mucho menos que perder.
Por hablaros de mi caso, desde que estoy en el paro, me he puesto con la posproducción de ese corto a medio acabar, también he aclarado las cuentas respecto a su financiación y me he llevado alguna sorpresa, me he aventurado en el hasta ahora desconocido supermercado DIA de la calle Trafalgar, me he informado sobre la evolución de ese juicio contra el portero que por poco me mata, esperando cobrar una indemnización de una vez, he empezado un videoblog que me está ocupando más tiempo del previsto pero, a la vez, me está haciendo aprender unas cuantas cosas, me he preinscrito en un taller de cine impartido por Albert Serra, me he presentado a dos ayudas públicas, estoy escribiendo un guión de largometraje y… he vuelto a sacar un libro de la biblioteca pública (eso sí, no he sido capaz de leer más allá de la mitad). Además, gracias al paro, estoy teniendo el tiempo de poder escribir estos extensísimos posts en un sitio que tiene siete veces más visitas que mi propio blog.
Kevin Renick tomó la guitarra, persiguió a un director con una grabación muy cutre, yo me he puesto a escribir un largo y a denunciar a un portero . Posiblemente tú estés escribiendo un corto, leyendo guiones de tus amigos, dibujando un story o haciendo un curso de After Effects. A nuestra manera, posiblemente patética, todos estamos intentando adaptarnos a las nuevas condiciones. A toda velocidad, nuestras neuronas están estableciendo diferentes conexiones, buscando nuevas fuentes de ingresos, resucitando proyectos que aparcamos por “poco prácticos”, cuestionando valores que nos fueron transmitidos por las anteriores generaciones… Estamos renunciando a cosas que valorábamos y dándonos cuenta de que podemos incluso comprar en el DIA sin sufrir por ello secuelas irreparables. Todos estamos intentando ser plásticos. Esperando que llegue nuestra oportunidad, pero, a la vez, creando las condiciones para que ésta llegue. Poco a poco, seremos capaces de mirar a la incertidumbre que nos rodea con más curiosidad y menos miedo. Cada vez veremos más clara la rendija por la que podemos introducirnos, el hueco en el que podemos estar cómodos. Por que esa es nuestra gran ventaja: somos inteligentes, es decir, podemos cambiar.
(P.D.: Siento el retraso en publicar esta entrada. Anoche estuve viendo una lección práctica de adaptación inteligente y plástica a la crisis: sí, esta edición de los premios Goya).
Etiquetas: cine, cine usa, formación, personal, realidad - ficción, reflexiones sobre escritura, series tv
7 Comments:
"¿Qué puedo hacer (...) ahora que no tengo curro y… está entrando por la puerta el piano de cola que encargué cuando me dijeron que renovábamos?"
Me he reido mucho con esta frase.
Pues yo te recocomiendo que ya que tienes el piano te prepares unos temas de Paul Anka y te ofrezcas como pianoman en el Toni-2... Es lo que haría un argentino :)
A mi tb me gustó mucho la canción, fué de hecho lo único que me gustó de Up in the air, pero cuando empieza no dice nada de estar despedido.
Ay Dannniiiiii, no quiero ser más una guiri, quiero ser una inmigrante!
Muy interesante Dani. Sobre este tema- plasticidad neuronal y emociones- hay una peli muy recomendable "What the bleep de we know?". Si alguien quiere cambiar la manera de enfocar su vida puede empezar por ahí. El comienzo es extraño, pero merece la pena.
A veces un gran fracaso, es el principio de una gran oportunidad. Muchas grandes historias empiezan así.
Hay que ser más argentino, más chévere, más amable, tenemos que aprender mucho de ellos....
Es cierto que las crisis son fértiles en creatividad (algo parecido ocurre cuando uno se enamora, que apenas puede escribir; no se pueden mantener dos pasiones a un tiempo, al menos no si una es la literatura)pero, en el caso argentino, la creación tiene más que ver con otro factor: el cosmopolitismo de esencia. La amalgama multicultural y multiétnica de Argentina, con todas sus ramificaciones, es lo que está detrás del modo rioplatense de contar las cosas. De aquí, brotan formidables elencos interpretativos y eficientes narradores, historias que provocan la empatía y nos ayudan a soñar, diálogos ágiles cargados de inteligencia, ironía y, en definitiva, un modo de ver la realidad a través de la ficción, y viceversa, que resulta seductora y crea adicción.
Un saludo
Argentina...Argentinos...
Lindas palabras..tengo la suerte de conocerla muy bien y muy de cerca a la Argentina...
Desde sus calles mas humildes hasta las mas ricas.. ahora me encuentro en otro mundo .. si dicen que le llaman el primer mundo..tienen Autos lindos.. calles limpias.. en realidad todo es genial.. pero creo que le falta algo muy importante y es el valor a la familia a los amigos..poco a poco se esta perdiendo.. si aca en el primer mundo..Alguien tuvo la oportunidad de estar en alguna familia Argentina?yo la tuve.. la tengo ..y es genial..podes estar de paro.. podes ser pobre pero sabes que ahi tenes siempre a alguien con quien contar... hasta ya sea para arreglar el lavaropas o la comutadora..
Yo una vez trabajaba en una serie que se fue al carajo, y pasé de comprar en el supermercado del Corte Inglés (porque es el único que cierra a las 10) al scomprar Lidl, sin pasar por el Día. Eso si fue una caída en pique que requirió un esfuerzo neuronal de la leche.
Dani, you are the best.
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