Billy y yo
Billy es Billy Wilder. Soy un pretencioso titulando así esta entrada pero… tenía que hacerlo. He leído que hoy jueves se cumplen cien años de su nacimiento en Sucha, ya sabéis, una ciudad de Galitzia, que perteneció a unos cuantos países diferentes durante el siglo pasado. Salías de viaje y, cuando volvías, al tipo de la estatua de la plaza principal le llamaban dictador cuando antes era el padre de la patria.
Hace once años yo intentaba aprender alemán en Dresde, este de Alemania, mientras hacía el último año de periodismo. Allá conocí a unas okupas que llevaban una rata que se les metía por el escote. Creo que la rata se llamaba como un filósofo griego. No recuerdo cuál.
Además, también conocí a alguien que me animó a apuntarme a una liga universitaria de baloncesto. Con el baloncesto tengo unas estadísticas bastante desfavorables: 0 partidos oficiales, 6 lesiones de tobillo y una de rodilla.
La lesión más grave fue precisamente en Dresde. “Die Bänder sind gerissen” - me dijo una encantadora enfermera. Ligamentos rotos. Así que me escayolaron, me dieron unas muletas con empuñadura gris y me indicaron que tenía que inyectarme en el abdomen unas jeringuillas de heparina cada día. Sí, yo mismo. La heparina es para evitar que se hagan trombos, parece que eso te puede ocurrir si estás escayolado. Me inyectaba tan mal se me hacían unos grandes hematomas en la piel. Duraban ahí varios días, así que, si tenía una semanita mala como practicante, mi abdomen presentaba un aspecto bastante insano.
Esto es lo de menos. Lo principal es que, como no podía hacer gran cosa, inmovilizado como estaba, decidí irme a una librería de la calle principal de Dresde y buscar un libro entretenido en alemán.
Se llamaba “Billy Wilder. Eine Nahaufnahme” (algo así como “Un primer plano de Billy Wilder” aquí creo que se tradujo como “Nadie es perfecto” y lo editó Mondadori en 2000) y lo firmaba Hellmuth Karasek.
Todavía recuerdo aquellas tardes, tirado en la hierba de la residencia universitaria, mirándome los morados de la tripa y leyendo este libro. Era agudo, entretenido, irónico, humano… Recuerdo que me identifiqué especialmente con una frase en la que Wilder confesaba que por hacer una buena broma era capaz de perder a un amigo.
También recuerdo que fue esa tarde, mientras veía a los autobuses llegar de la universidad, a las estudiantes alemanas tomando el sol y a los alemanes con sus cortes de pelo imposibles llevando a cuestas cajas de veinte cervezas para beber esa tarde, cuando decidí que yo quería ser como ese tipo. Que yo quería ser guionista.
Actualización (viernes 23)
Después de escribir esto se me ha ocurrido preguntaros: ¿Cuándo decidísteis que queríais ser guionistas? ¿Se han cumplido vuestras expectativas?
7 Comments:
Sí, guionista también. Pero, sobre todo, ser como él, ¿a que sí?
Totalmente, pianista.
Yo recuerdo que mi punto de inflexión fue cuando vi "El tercer hombre" en la filmoteca, con trece años.
Soy una clásica.
¡¡Felicidades Billy!! Me acuerdo que cuando murió estuve a punto de ponerme un brazalete negro.
Soy una fanática...
Con 16 años tuvimos que hacer un trabajo de "expresión corporal" en Educación Física, vaya, un baile con coreografía que evitaba a la vaga de mi profesora tener que moverse demasiado. En mi grupo éramos quince y me lie durante dos semanas a escribir una historia coherente encajando la música, añadiendo pequeños diálogos...
Cuando terminamos nos pusieron un diez. Y nunca había disfrutado tanto.
¿Mis espectativas? Estoy en ello :-)
Me ha hecho gracia lo del brazalete. Me enteré de la muerte del maestro trabajando y me hice uno con cinta aislante. Estuve dando explicaciones durante toda la jornada laboral. ("¿Quién?", "¿Billy qué?", "Y ese quién es?"...)
¿Ser o no ser... guionista? Yo que sé. Me encanta el cine. También me gusta escribir. Así que la solución fue fácil.
Desde pequeñito me gustaba escribir. Si mandaban en el colegio una redacción sobre, por ejemplo, la sequía, yo me inventaba una historia de un helecho que estaba a punto de morir de sed, contada desde el punto de vista del helecho ("el hecho" es real :-)).
El caso es que me gustaba contar historias y me gustaba mucho el cine (y la tele), así que supongo que no me quedaba más remedio que orientarme hacia esta profesión. Y bueno, tras lucharlo bastante y algo de suerte (que siempre es necesaria, aunque también es verdad que hay que buscarla) estoy bastante satisfecho. Ya sabes, por ahora trabajo como guionista en Hospital Central, y espero que me dejen seguir en esta profesión algunos añitos más.
Los que el cuerpo aguante.
Vaya, vaya... se nota que desde pequeños lo teníais claro.
Me han hecho mucha gracia ese guión musical, ese brazalete y esa redacción sobre el helecho ;)
Yo iba para periodista. Me marcó "Lou Grant". Luego, cuando hice prácticas de periodismo, me di cuenta de que tal vez lo que quería era trabajar en una serie, no tanto en un periódico.
Nunca supe a que me dedicaría.
Todos nacemos con una habilidad especial que si desarrollamos adecuadamente, podemos explotar.
En mi caso ha sido la creatividad, imagino historias y situaciones que me resultan fáciles de transmitir sobre el papel, y que, sin embargo, en el cara a cara puedo llegar a recordar a una oligofrénica. (Con los pitchs estoy jodida.)
Decidí hacerme guionista por qué me gusta vivir, observar y absorver, conocer y espiar, llorar y reir, beber y fumar...y por encima de todo, escribir.
Publicar un comentario
<< Home