Un charco sin pisar
Efectivamente, por falta de tiempo, información y (sobre todo) ganas, no he escrito nada en este blog acerca de la nueva orden de desarrollo de la Ley del Cine que prepara el ICAA para regular las ayudas al cine español.
He dejado, por una vez, un charco sin pisar, y... pienso seguir con los zapatos secos. Eso sí, trataré de haceros un resumen muy sucinto de las diferentes opiniones sobre el asunto.
Aquí tenéis lo que escribe Jaime Rosales en El País, a favor de la orden. En resumidas cuentas, dice que favorece a las películas más experimentales por un lado y a las más comerciales por otro. Son las películas medianas las perjudicadas pero, según el director de "La Soledad": "Las películas medianas no gozan de prestigio crítico, ni del favor del público. ¿Por qué deben ser subvencionadas?".
(En otro orden de cosas, Rosales también pide que los trabajadores del cine español se moderen en sus proclamas políticas si no quieren despertar antipatías en gran parte de la población. - Esta es mi interpretación benevolente de un texto en el que realmente parece mostrarse en contra de que nadie relacionado con el cine tenga actividad política pública alguna entre procesos electorales- eso sí, nos permite el voto secreto).
Aquí, también en El País, un texto de respuesta firmado por Manuel Martín Cuenca, firmante de la iniciativa de cineastas contra la orden, y director, evidentemente, de alguna de esas películas de presupuesto medio y ambiciones experimentales moderadas que, al parecer, quedarán marginadas con la nueva regulación. El texto se ocupa principalmente de mostrarse en contra de las opiniones de Rosales sobre la implicación política de "los del cine". Sólo deja unos pocos párrafos para hablar de la orden. El director de "La Flaqueza del Bolchevique" considera que marginar a las películas de presupuesto medio es un ataque frontal al "corazón del cine y su industria". (Paradójicamente, Rosales habla a favor de la nueva norma pero en contra de la discriminación positiva a las mujeres directoras mientras que Martín Cuenca sólo parece apoyar esta medida. ).
En los blogs que suelo leer ha habido cierta división: Ángela parece apostar por condicionar el apoyo a las películas con cierto éxito comercial (al parecer se habla de un mínimo de 60.000 espectadores), mientras Escrito Por y el Pianista, con diferentes matices, consideran que los requisitos de la nueva orden son injustos y desproporcionados.
Otro de los puntos polémicos de la nueva regulación tiene que ver con la "discriminación positiva" a favor de los proyectos dirigidos por mujeres cuando tengan la misma puntuación que los dirigidos por hombres. Además de la breve frase de Martín Cuenca, no he sido capaz de encontrar opiniones favorables a esta práctica fuera de las oficiales o de las de la asociación CIMA, que ha solicitado la inclusión de esta medida. Sobre este particular, opiniones de Escrito Por, el Guionista Hastiado, Pianista y Chico Santamano.
Otro de los puntos polémicos de la nueva regulación tiene que ver con la "discriminación positiva" a favor de los proyectos dirigidos por mujeres cuando tengan la misma puntuación que los dirigidos por hombres. Además de la breve frase de Martín Cuenca, no he sido capaz de encontrar opiniones favorables a esta práctica fuera de las oficiales o de las de la asociación CIMA, que ha solicitado la inclusión de esta medida. Sobre este particular, opiniones de Escrito Por, el Guionista Hastiado, Pianista y Chico Santamano.
El mejor texto sobre todo este farragoso asunto, tal vez porque no lo trata apenas y por que tiene algo que en los demás escasea (humor), es de otro de los opuestos a la nueva regulación: David Trueba, en el Babelia de este sábado, después de un montón de lúcidas reflexiones, se hace la pregunta esencial: "¿Por qué la sociedad no garantiza la supervivencia del arte, de la inteligencia, de la sensibilidad?"
¿Alguna respuesta?
Etiquetas: cine, cine español, pasta
5 Comments:
La única respuesta que tengo es que, de dos meses para acá, muchos estarían (¿estaríamos?) mejor callados, porque cada vez que habla uno de estos, o sube el pan o Dios mata a un gatito.
A lo mejor teníamos que dedicarnos un tiempo sólo a trabajar y menos a hablar... aunque pensando en cómo se define "a los políticos" pero por supuesto esas comillas no incluyen a gente como Garci, es muy difícil no acabar abriendo la boca.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Daniel, gracias por huir en esta entrada de tu blog de la “guerra abierta entre artistas”. Gracias por facilitarnos datos objetivos para intentar, al menor, forjarnos una ligera idea de los diferentes puntos de vista. He podido leer los tres artículos que nos recomiendas. A pesar de creer que tenía una postura más o menos clara a este respecto a este asunto, la lectura de cada uno de ellos me ha hecho reconocer matices que desmontaban mi idea inicial y conforme entrada a cada enlace de cada enlace he tenido las cosas aún menos claras. Aún así, y arriesgándome a meter la pata, pues me falta hacer lo más importante leer el proyecto de esa Orden y extraer mi conclusión, creo que Rosales sí puede resultar simplista, tal y como él mismo apunta en su artículo, al esgrimir como argumento que los artísticas deben pronunciarse políticamente con su voto y no trasladar a la esfera pública su postura política. No se trata de esto o, al menos, no debería tratarse. Martín Cuenca dedica gran parte de su artículo a rebatir cada una de las cuestiones que apunta Rosales, olvidando por momentos la cuestión principal: el texto de la orden.
Como espectadora la lectura de estos dos artículos me resulta demoledora al contemplar que el ataque constante a los artistas audiovisuales de nuestro país acusándolos de “vendidos” por las subvenciones ha calado tanto, que ya no es necesario que organizaciones políticas u otros grupos de opinión ajenos lancen dardos envenados desde fuera, ahora estos dardos se arrojan desde dentro, de forma velada, eso sí, pero más hirientes si cabe. Y es que yo no estoy de acuerdo con esta mentira, pero claro, una mentira repetida tantas veces puede parecer una verdad.
En cuanto a las subvenciones, ojalá no dieran otorgarse tal y como apunta Trueba, pero hoy por hoy creo que es la única manera de cuidar a nuestro cine, deben regularse de alguna manera, tal y como se regulan en el resto de sectores. Esta regulación debe basarse en objetivos. Estos objetivos pueden ser discutibles, por supuesto, pero como amante del cine español, a veces casi sólo del cine español, coincido con Rosales que en algunos casos se subvencionan proyectos sólo para el desarrollo personal de quien lo ha ideado. Esta afirmación por supuesto que es subjetiva, pero claro, estamos hablando de arte y aquí nadie me puede negar la libertad como espectadora de salir del cine con sabor dulce o amargo.
En cuanto a la aplicación de la Ley de Igualdad en esta Orden, a pesar de ser defensora de esta norma, no terminaba de estar de acuerdo: un proyecto es válido o no, independientemente del sexo de quien lo haya realizado. Pero leo las palabras de Alex de la Iglesia en cuanto a la realidad del cine en España, la que no se ve, y de nuevo se evidencia que el acceso a las oportunidades también aquí es cuestión de sexo. De nuevo se desmonta mi idea inicial.
Y terminas tu entrada con esa pregunta que lanza Trueba (espectacular su artículo, una análisis real y responsable de la situación del cine en España, una exposición tranquila y ajena a la lucha abierta e innecesaria, por otra parte, un retrato crítico y autocrítico): "¿Por qué la sociedad no garantiza la supervivencia del arte, de la inteligencia, de la sensibilidad?"
Desde luego que yo no tengo la respuesta. Creo que la sociedad española aún está en pañales, que aún no ha crecido. No termina de asumir su aspecto como ciudadana que forma parte de un grupo y que es responsable de lo que pasa en ese grupo. Aún estamos en ese punto en el que delegamos cualquier responsabilidad del rumbo de nuestras vidas en los demás. Quizás cuando crezcamos un poco, cuando dejemos de cuestionar a un artista por su posicionamiento político, cuando vayamos más allá, es decir, cuando veamos sólo el arte, cuando entendamos la importancia de lo que nos rodea como parte de nosotros mismos, comenzaremos a cuidar a nuestro entorno, a nuestros artistas y su arte. Por ahora, no queda más remedio que mantenerlo en parte con la “intrusión” o colaboración (no caigamos en el dramatismo, que, a veces, esas son las cosas que os alejan de la sociedad y dramáticas son otras cosas) del Estado.
Daniel,
Puesto que mi comentario se ha quedado sin respuesta, te rogaría que lo eliminaras de las dos entradas anteriores sobre YSB (lo repetí en ambas). No puedo hacerlo yo misma. Te ruego que procedas del mismo modo con el presente.
Gracias.
Katha
PD: Saludos a Edu si le ves.
Publicar un comentario
<< Home