24.9.07

Malos tiempos para ser un triceratops


No soy de los que se tiraron a la vía del tren cuando, en un solo día, al final de este verano, murieron Bergman y Antonioni.

Supongo que ya lo habíais deducido porque es difícil escribir posts después de que un Talgo te haya separado la cabeza del resto del cuerpo.

Incluso los de este blog.

Bueno, creo que nadie se tiró a la vía del tren ese día por ese motivo.

Con todo esto quiero decir que... Bergman y Antonioni no eran del tipo de director de cine que me vuelve loco.

Al menos, no en el sentido positivo.

De Bergman me gustaron "Fresas salvajes", "El manantial de la doncella" y, sobre todo, "Sonrisas de una noche de verano". Me quedan muchas otras por ver, pero "Persona" me quitó las ganas de investigar en su filmografía al menos durante los próximos veinte años.

De Antonioni no me gustó ni siquiera "Blowup". Eso sí, dudo que alguien pueda destrozar un cuento de Cortázar de manera más cool.

Pero esto son sólo las opiniones de un tipo tan inculto como para tenerlas y... tan descarado como para divulgarlas.


A pesar de todo lo escrito en los párrafos anteriores, sí sentí que algo más moría con estos dos directores.

Algo parecido a lo que comenta el crítico del New York Times A. O. Scott en este estupendo artículo (ahora disponible gratuitamente, gracias a que el NYT acaba de suprimir el servicio de pago - aleluya - , espero que por aquí otros medios vayan tomando nota).

(Traduzco con excesiva desenvoltura lo que…)

Scott escribe:

“Ambos encarnaban, como cineastas, lo que dijo T.S. Eliot: "los poetas, en nuestra civilización, tal y como es actualmente, deben ser difíciles". "L'Avventura" y "El Séptimo Sello", a pesar de tener poco en común (...) son duras de ver. No porque su tema o sus imágenes sean desagradables, sino porque nunca permiten que el espectador se relaje, disponiéndose a esperar qué va a ocurrir o entendiendo fácilmente lo que significan.

Entre algunos espectadores de los años 60 existía un ansia de dificultad, la convicción de que los oscuros simbolismos y la alienación psicológica eran las respuestas auténticas al estado del mundo. Más aún, la idea de que una obra difícil de comprender tenía un mayor valor – de que ser desafiado era una forma de placer especialmente elevada - gozaba de un prestigio en aquella época que es prácticamente inimaginable en nuestros tiempos. Preferimos que se burlen de nosotros antes que ser molestados, y la medida de la sofisticación artística es el ingenio en lugar de la seriedad.

Así, es difícil que alguien que no viviera esa época (...) pueda comprender el status heroico de que disfrutaban Antonioni y Bergman hace cuarenta años. No es que crea que el arte del cine haya decaído desde entonces (dejaría mi trabajo si lo creyera), pero sí parece claro que el clima cultural que hizo posible tratar a los cineastas como a artistas supremos se ha desvanecido definitivamente. Y lo único que queda son películas.”

Eso es, bien escrito, lo que sentí al enterarme de esas dos muertes.

Efectivamente, Antonioni y Bergman simbolizaban un tiempo que ahora resulta casi inconcebible.

Era como si esta mañana abrieras el periódico y leyeras que ha muerto el último triceratops ahí, cerca del Carrefour de la carretera de Burgos.

Bergman y Antonioni, en mi opinión, pertenecían a otra época, más lejana - no cronológicamente, es cierto- que la de John Ford, Cecil B. De Mille, Hitchcock o, incluso, Truffaut.

Más lejana, porque el cine que vemos actualmente, tiene más que ver, en general, con el de estos últimos directores que he citado.

Yo no estuve ahí pero... creo que Bergman y Antonioni eran de la época en la que el cine quiso ser Arte.
Así, con A mayúscula.

Eran tiempos ambiciosos.

Y pretenciosos también.

Tiempos de jerseys negros de cuello alto.

Tiempos en los que una película tenía que aspirar, además de a contar una historia, a cuestionar el orden establecido, a combatir una forma de pensar.

Y, para ser coherente, la propia película también debía cuestionar el modo de narrar.

Por lo tanto, como dice Scott, tenía que ser difícil de ver.

Algunos pensaban que era malo que una película fuera entretenida: el cine debía ser incómodo de ver, sólo así se conseguiría que el espectador pensara sobre él, y sintiera algo nuevo. Una forma cómoda, agradable para el espectador, significaba que se estaba cayendo en el convencionalismo.

Arte.

Ahora algunos, casi todos, nos sentimos incómodos al decir o escuchar esta palabra relacionada con nuestra actividad.

Arte.

Vaya. Ya ha vuelto mi alergia.
Ronchas por todo el cuerpo.

¿Por qué? ¿Qué ha cambiado? ¿Han perdido el cine y la televisión su ambición? ¿Se han vuelto realistas?

¿Se han dado cuenta los autores de que sus obras no podían cambiar el mundo?

¿Se han dado cuenta de que el mundo no tenía ninguna gana de ser cambiado?

¿Es eso bueno, malo o… ninguna de las anteriores?

Ahora el fin último, al menos el que confiesan la mayoría de los directores o guionistas, es… entretener al público y, como mucho, hacerle pensar un poco.

Nadie, o casi nadie, dice que quiere hacer Arte.

Y tampoco nadie, fuera del circuito más experimental, parece querer “enviar un mensaje a la sociedad” y menos aún “cuestionar la narración cinematográfica”.

¿Por qué se ha producido este cambio?

¿Hay otras causas, más profundas, ideológicas y políticas incluso, detrás de este cambio?

(Yo creo que sí, pero esto ya está siendo demasiado denso sin necesidad de meterme en esos jardines).

Muchas preguntas.

Voy a dar algunas de mis respuestas

(Tan valiosas como mis opiniones sobre Antonioni y Bergman, es decir, en la tienda de abajo te dan siete de estas por un euro).

Por un lado, me parece realista que el cine (y la tele) intenten olvidarse de hacer el papel de conciencia de la sociedad, de elaborar pretenciosos artefactos pseudo-artísticos incomprensibles para un público no iniciado.

Nada envejece peor que estos panfletos (bueno sí, el pollo envejece peor. Y las patatas. No menospreciéis nunca el poder de una patata podrida).

Pero, en cierto modo, también me parece un poco triste.

Cuando uno vuelve a casa un sábado medio borracho piensa: “¿Por qué no le habré dicho nada a esa chica tan guapa que estaba en la barra?”.

Seguramente, la mayor parte de las veces, ha sido un acierto no acercarte a la chica de la barra. Ella era Miss Universo y tú ni siquiera te habías duchado. O tenía un niño de veinte meses y un marido de cuarenta años.

O todas estas cosas a la vez.

Pero, de vez en cuando, aunque sea sólo una vez de cada mil intentos, te acercas a la chica y… a ella le haces gracia.

(Salgamos de una vez de esta brillante analogía…)

Una vez de cada mil intentos, una película, una serie, es arte.

Una vez cada mil intentos sale… “Twin Peaks” (primera temporada), “El Padrino” (1 y 2), “Ladrón de Bicicletas” o “Plácido”.

Algo que está por encima del entretenimiento.

Algo que por lo menos, está a la altura de un tiburón en formol.

Sí, qué carajo, voy a ponerlo con mayúsculas. (Desafiando a mis ronchas).

Esas películas, esas series, y muchas otras, son Arte.

Y, desde luego, no lo son por casualidad.

A veces pienso que tal vez las series y las películas no son mejores porque… sus autores, simplemente, no pensaron que podían serlo.

No las imaginaron mejores.

Es decir, creo que a veces… falta ambición.

Tal vez conviene subir nuestras pretensiones al cielo. Intentar escribir algo grande.

Y, después, cuando fracasemos, intentar escribir algo aún mayor.

Y entonces, evidentemente, volveremos a fracasar.

Pero, puestos a fracasar, ¿no es preferible hacerlo como Ícaro?

¿O, al menos, como un buen triceratops?

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14 Comments:

Blogger Miss Julie said...

Joder, Dani. Me has emocionado, so capullo.

11:16 p. m.  
Blogger Brays Efe said...

Yo quiero hacer las mejores, jeje.

Por cierto, las nuevas generaciones no nos acercamos a ese cine porque, en cierto modo, nos han mentido. Nos han dicho que son obras de arte, pero complejas y aburridas, lentas y largas. No es así (no siempre). A veces existe un falso mito, sobre esas películas, sobre el blanco y negro, sobre tantas cosas, ...

Es cierto que a lo mejor mucha gente ya no se atreve a escribir lo mejor, pero mucha gente no se atreve a verlo, se piensa que si algo es muy bueno, si es Arte, es en cierto modo inaccesible para todos. Pues me niego...

Un saludo.

10:04 a. m.  
Blogger Prisamata said...

No estoy de acuerdo del todo contigo. Pero un poco sí.

No creo que sea más pretencioso El Reportero que Seven.

No creo que haya más humor en Los Tennenbaums que en El Séptimo Sello.

Escenas de un matrimonio me aburre tanto como cualquier obra de Chejov. Es decir: NADA.

Sencillamente, Bergman y Antonioni provienen de un momento histórico en que el cine europeo estaba en la vanguardia mundial.

Y estaba en la vanguardia mundial porque arriesgaba.

Ahora arriesgan los asiáticos y les chupamos la polla mientras nos lamentamos porque nos queremos creer que aquí solo seguimos haciendo comedias de galanes cómicos en calzoncillos.

Por suerte, siempre, en todos los lugares y en todas las épocas, hay gente que arriesga y que intenta, al menos intenta, convertir la experiencia de contar historias en algo más que un DEJA VÚ continuo.

Llámalo hacer arte, o llámalo como quieras.

Más que llamarlo, tenemos que hacerlo.

10:35 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Muy buen post, aunque difiera en lo relativo a Bergman. Con Antonioni llegaríamos a un acuerdo pero Bergman me llega. En su caso, la densidad cinematográfica creo que iba estrechamente ligada a una personalidad compleja y a un inmenso talento. No veo en él la pretensión y la pedantería que tanto aborrezco en Antonioni sino la voluntad de plasmar unas obsesiones tan espesas como sinceras. Tampoco creo que el hecho de querer parir la "película definitiva" formara parte de su impulso creador. Al fin y al cabo, hacía películas como churros y siempre consideró que su verdadera vocación era el teatro.

Por otro lado, dejaste de ver Bergam con ¿¡Persona!? Pero, hombre, ¿no podías escoger otra?

12:52 p. m.  
Blogger Unknown said...

oye me tienes que decir donde está esa tienda de chinos donde por un euro te hacen ver la vida un poquito más en technicolor...
MOla cuando te me pones tierno, un beso

1:10 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿cómo se hace aquí para suscribir?

4:29 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Estoy como Miss Julie, Dani.
Digo, además, "objetivamente": no hay fracaso.
Si es Arte, hablar luego de éxito o fracaso es caer en la trampa cuando creíamos haber zafado... ¿O no?

7:00 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Realmente bonito eso que has escrito.

9:34 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Como ignorante de la materia, me gustaría preguntaros algo (a todos, que parecéis saber más que yo del tema):

¿Es cierto que fue después de la Guerra de Vietnam cuando cambió el cine?

(y dejó de intentar hacer pensar y se conformó con entretener)

¿Es cierto?

9:58 p. m.  
Blogger Daniel said...

¡Muchas gracias, Miss!

Ok, brays, estoy de acuerdo, también habría que hablar sobre cómo ha desaparecido el blanco y negro de la televisión generalista. ¿Cuándo pasó? ¿Estaba yo dormido?

Prisamata es cierto, los asiáticos arriesgan. Y las series también. Ok, soy un adicto: no paro de ver episodios...

Sr. Jean, un esloveno muy vehemente me hizo creer que "Persona" iba a cambiar mi manera de ver el mundo. Qué quiere que le diga, yo sólo recuerdo que... sufrí mucho. Siento discrepar de usted.

Gracias, jorge, tú sí que sabes cómo me pongo tierno... ;)

Hecho, laserie, hecho.

Gracias, maku, es cierto... en esto nadie puede hablar de fracasos artísticos objetivamente... porque no hay nada objetivo en esto. Por eso nos vemos obligados a eso tan aburrido de repetir "en mi opinión", "para mí"...

Gracias, Víctor, muchas gracias.

Muy interesante eso que dices, Aquiles, en el libro de Biskind "Moteros tranquilos, toros salvajes" habla de esto, del momento en el que cambió el cine (norteamericano) sí, más o menos coincide con el fin de la Guerra del Vietnam, con el éxito de la Guerra de las Galaxias y el colapso de Coppola y sus estudios Zoetrope.

El libro es muy recomendable, aunque un tanto morboso. Está en Anagrama, no te lo pierdas.

11:00 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bonito, bonito.

12:12 p. m.  
Blogger Aurora said...

Los guionistas sois unos inflexibles.

6:39 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Voy a parecer un cinéfilo recalcitrante, pero no está de más revisar tanto a Antonioni como a Bergman. Películas como "la noche" de Antonioni, o "el silencio" de Bergman son impepinables. Que hay que verlas, vamos. Vienen muy bien después de "disfrutar" de Transformers, por ejemplo.

7:40 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hermoso post, indudable.

Yo soy optimista por naturaleza -no, por necesidad: si no, moriría en el intento-: ¿no crees que haya riesgo en la actualidad? ¿Acaso no es terriblemente suicida "Death Proof", aunque sea un tópico mencionarla? Hacía muchos años que no disfrutaba hasta la emoción más pura viendo una película. Sin embargo, temáticamente, es bastante nula... quizás, Q también se plantea porqué narra así y no asá, por lo que a lo mejor no está tan lejos de los dos triceratops, y si se muere Q sí que lloraré.

Por otro lado, la palabra Arte está muy devaluada... porque devaluado está el concepto, precisamente porque viene de utilizarse en exceso... con cosas que el público, en general, no entendía; verbigracia, las pelis de Bergman o Antonioni. ¿Nadie quiere hacer arte? Miente quien lo diga. Es un suicidio progresivo lo que hacemos los guionistas, eso de mandar a ciegas guiones a direcciones postales donde a saber qué se hace con ellos, sobrevivir con trabajos malos para que un día suene el teléfono diciendo "sí"... Eso tiene un subtexto muy claro, creo yo, y tiene que ver con autorrealizaciones varias y sarpullidos que sólo se quitan delante del ordenador... demasiado parecido al concepto maldito que no pienso mencionar.

Y, sí, fracasar es un gran concepto, infravalorado. El mismo David Trueba, en una de sus novelas, le dedica un párrafo hermosísimo a lo enriquecedor y necesario que es el fracaso. Y, desde luego, no es sino desde el punto de vista del fracaso, como puede entenderse bien "Decadencia: reflexiones dirigidas a los actores", el discursito de David Mamet incluido en "Una Profesión de Putas". Yo lo releo de vez en cuando.

Perdón por el exceso.

8:51 p. m.  

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