3.7.07

Sobre "Historia de un crimen" - ( Ficción - Realidad, 1)



Bien, primero aclarar que “Historia de un crimen” se llama “Infamous” en casi todo el mundo y es... la “otra” película sobre Truman Capote y la escritura de A sangre fría. Preparaos, el próximo año vienen siete sobre cómo escribió “El arpa de hierba”.

Es duro ser la “otra”. Has llegado tarde y nadie te lo va a perdonar.

Yo creo que esta es mejor que la anterior, pero... sólo es una opinión.
Ya escribí un poco sobre "Capote" hace un año, aquí. Curioso cuando, post tras post, repites cosas que hiciste el año pasado.

Para los no iniciados: Truman Capote, famoso novelista muy relacionado con la alta sociedad de Nueva York, decide, tras leer una noticia de prensa, desplazarse a Holcomb, Kansas, a escribir un reportaje sobre un terrible crimen que ha sucedido en el pueblo. La escritura se prolonga. A Capote le resulta difícil obtener información en un lugar tan diferente de los que frecuenta. Sin embargo, poco a poco lo logra. Los culpables son detenidos. Capote consigue entrevistarlos en la cárcel. Entre él y Perry Smith, uno de los asesinos, comienza, según algunos indicios, una relación sentimental. Capote, sin embargo, termina el libro... a falta de un capítulo: el final. Supuestamente, la ejecución de la sentencia de muerte. Pero el desenlace se prolonga: se suceden los recursos y Capote no puede publicar "A sangre fría". Mientras tanto, no deja de recibir mensajes y llamadas de Perry desde prisión.

Capote parece desear la muerte del objeto de su inspiración (tal vez también de su amor) para poder culminar su libro.

Esta enfermiza relación es tan interesante, tan compleja, que, en mi opinión, resulta más emocionante que el propio relato escrito por Capote (de hecho, se han hecho ya tantas películas sobre la escritura de "A sangre fría" como adaptaciones de la obra en sí).

Ayer, viendo esta nueva película en los Verdi, se me ocurrieron un par de cosas.
+ Perry, uno de los asesinos, le dice a Capote: “yo no soy un personaje, soy una persona” cuando se teme que el escritor le va a caricaturizar para su libro.

Es cierto, Perry, tú eras una persona. Ahora estás muerto y queda de ti un personaje. Inmortalizado por un retratista que, al parecer, se enamoró de ti - en eso tuviste suerte. Como un tipo que sale en una foto: para siempre recordado con esa ropa que sólo se puso una vez, siempre sin afeitar, siempre con el cigarrillo a punto de consumirse... Para ser un personaje, serás caricaturizado, simplificado: es el precio. Así actúan la fotografía, la literatura y también la memoria. Cuando alguien desaparece de nuestras vidas, aunque intentemos evitarlo, acabamos reduciéndolo a cuatro o cinco gestos y frases. Con el tiempo cada vez son menos elementos. A veces, a fuerza de repetirlos, dudamos incluso de que sean auténticos.

+ Discusión entre Harper Lee, a la que interpreta Sandra Bullock, la amiga de Capote (y autora de “Matar a un ruiseñor”) que le está ayudando con la investigación para el libro, y Truman en la habitación de hotel.

Acaban de hablar con una amiga de la mujer asesinada por Perry y Hickock. Les ha confiado que la víctima no estaba pasando una buena época cuando murió. Al parecer, acababa de entrar en la menopausia.

Ya en el hotel, Capote considera que le vendría mucho mejor al libro que la causa del bajo ánimo de la mujer fuera algo más dramático que la menopausia. Harper Lee salta:

- No estás escribiendo una novela. No puedes inventarte los motivos por los que la víctima estaba deprimida.

- Estoy escribiendo un nuevo tipo de reportaje, un reportaje con técnicas literarias. Tú misma usaste material real, modificado, cuando escribiste “Matar a un ruiseñor”.

- Sí, pero era una novela – responde Harper Lee.

Es una escena breve, que transcribo de memoria, por lo tanto, aproximadamente (¿qué ironía, no?). Pero creo que ahonda en la relación entre realidad y ficción. Vamos, entre relato de la realidad y relato ficticio.

Últimamente, esta distinción se ve bombardeada desde ambos costados, desde el periodismo y desde la ficción. Pero el objeto de deseo es siempre el mismo: conseguir ser tomado por verdadero.

Ficciones que no se reconocen como tales para lograr ser creídas.

Si se trata de un gancho comercial, de un anuncio, o de un pretendido experimento sociológico, las consecuencias son leves: un cierto escándalo efímero.

En otros casos, una ficción tomada por cierta puede tener consecuencias mucho más serias: influir en unas elecciones, declarar guerras, culpar a inocentes o, al contrario, intentar que culpables parezcan inocentes.

Personalmente, no creo que la ficción sea superior o inferior al periodismo o la historia.

Eso sí, pienso que una de las condiciones imprescindibles de la ficción es no presentarse como el relato fiel de un hecho real.
Sino como lo que es: pura y dura ficción.

Y ése es uno de mis problemas con lo que algunos llaman "nuevo documental" o "documental de creación". O con los que hablan de técnicas mixtas, fusiones de ficción y realidad.

Una ficción que no se reconoce como tal es, en mi opinión, simplemente un engaño.

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Sobre los documentales habría miles de cosas que decir, pero baste para relativizar un poco ese rollo de "verdad de la buena" y de plasmación de los hechos tal cualita, decir que ver documentales no está incluido en el binomio "para aprender, viajar y leer".

8:37 p. m.  
Blogger Josep Joan Bertran said...

De hecho, a veces hay documentales que no son ni de creación ni de autor o como quiera llamársele que son una farsa. Y a veces pasa al revés, me viene a la cabeza "In this world". Es interesante este tema.

12:27 p. m.  

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