Siento sonar tan escéptico pero... en todo este asunto (y en casi todos los demás), os doy un consejo: no os creáis a los que os hablan de principios o derechos. Es una manera elegante de hablar de pasta.
Siempre se empieza invocando un derecho para... acabar pidiendo pasta.
Unos dicen "derechos de autor" pero, en el fondo, están diciendo: “quiero pasta”. Otros hablan del derecho a hacerse una copia privada o a compartir archivos... y, ¿de qué están hablando? De pasta, claro. De la que no quieren gastarse unos céntimos más en discos vírgenes, por ejemplo.
No es malo querer ganar pasta. O no querer perderla. Es cojonudo.
Lo que no entiendo es porqué le llaman amor cuando quieren decir sexo.
Con lo
bonito que puede ser el sexo.
Volvamos al fango después de estas disquisiciones (a)morales.
Como decía en la primera parte de este pretencioso post, de golpe, todo un sector económico se ve obligado a ajustar sus precios y las condiciones en que ofrece su mercancía para competir con… un grupo de “amigos” que comparte gratuitamente el mismo producto.
Casi nada... es un reto inédito. No es la FNAC contra el top manta, que ofrece un producto de inferior calidad a un precio mucho más bajo. Es la FNAC contra un tipo que va regalando discos por la calle, a manos llenas.
Veamos qué se les ha ocurrido a los “afectados”.
Tratar de frenar la caída de ventas.
Por dos vías.
La zanahoria. Dar valor añadido al CD o DVD. Un DVD de un concierto por la compra del CD original, una entrada para un concierto exclusivo, un código de acceso a cierta página de Internet, un billete de Ryan Air a Budapest (bueno, esto me lo he inventado, pero igual cuela)…
Y el palo. Incluir en esos soportes algunas triquiñuelas tecnológicas que impidan su copia.
Por ahora, ninguna de las dos opciones funciona demasiado bien. El burro no avanza ni con el palo ni con la zanahoria. Las triquiñuelas para impedir la copia topan con la
ley (recordemos que todo el mundo tiene derecho a hacer una copia privada de lo que ha adquirido si no va a comerciar con ella) y los valores añadidos no suelen resultar suficientemente atractivos como para animar demasiado las compras.
Igual es que el burro no avanza porque… el burro está muerto.
Ahora mismo, aunque suena raro, resulta más cómodo bajarte de Internet un disco que ya tienes en CD que buscarlo en la estantería, “ripeártelo” y meterlo en tu flamante iPod. Es decir, que te regalen un CD es como que te regalan un cojín del Atlético de Madrid. Ocupa espacio y sólo te sirve para el coche...
Estaremos de acuerdo en que el CD está muriendo.
Por ahora, el DVD va resistiendo mucho mejor por varias causas, entre ellas, que los archivos de imagen siguen siendo incómodos de descargar: tardan demasiado y, muchas veces, no son archivos de muy buena calidad de Internet. En cuanto la compresión mejore y se incremente la velocidad de transmisión (
ya están en ello), seguramente el DVD correrá la misma suerte que el CD.
Así que tal vez haya que ir olvidándose de los soportes digitales y pensar más en las descargas de Internet.
(Pequeña reflexión aparte: curioso que el "soporte cultural" que lleva camino de resistir más tiempo sea el libro. El más primitivo. Hasta que se digitalice, claro.)
Después de esta excursión por las bellas estribaciones de la serranía de Úbeda, volvamos a la pregunta esencial (para las compañías productoras y discográficas. Tú y yo podemos dormir bastante bien sin resolverla, creo):
¿Puede uno competir ofreciendo descargas de pago contra descargas gratuitas?
Os adelanto que mi respuesta es “no sé, pero... creo que sí... en ciertas condiciones”.
¿En qué condiciones?
En mi opinión, además de fijar un precio razonable, a priori se me ocurren cuatro ventajas que puede ofrecer una descarga “oficial” sobre una de una red P2P:
Producto de mejor calidad. - Si uno se descarga un episodio de “Los Serrano” de la web de Telecinco o Globomedia, sabe que la imagen y el sonido tendrán mejor calidad (o igual, en el peor de los casos) que si lo hace desde una red P2P. Lo mismo respecto a los subtítulos de una serie extranjera, por ejemplo, que seguramente serán más fiables que los que pueda incorporar un voluntarioso muchacho de Puerto Rico.
Mayor velocidad en la descarga. – Esto, evidentemente, depende de la tecnología empleada en el servidor pero lo lógico es que descargar desde una web “oficial” sea más rápido que desde una P2P. Uno no dependería del número de usuarios que decidan compartir cierto archivo y… tener el ordenador encendido toda la noche. (Lo ideal para los archivos audiovisuales, en cualquier caso, sería que, en lugar de descargas convencionales, se tratara de streaming. Ver en tiempo real la película o episodio deseado).
Mayor seguridad en la descarga. Uno de los problemas de las redes P2P es la escasa seguridad que ofrecen las descargas. Archivos infectados, archivos incompletos o, muy frecuentemente, archivos que no se corresponden con lo que dice su título. ¿Quién no se ha descargado docenas de pelis porno creyendo que eran episodios de “Perdidos”? Ejem… sí, ahora mismo las borro. Descargar desde una página “oficial” evitaría este tipo de “desafortunados” percances.
Mayor oferta. Hay un montón de películas y discos muy difíciles de encontrar en buenas condiciones en las redes P2P. Busca en eMule “The Deal”, la tv movie de Frears para ITV, y me cuentas algo cuando la encuentres (sí, por favor, dime algo que llevo meses buscándola y bajándome bazofias homónimas con Christian Slater, mi contacto es guionistaenchamberi@gmail.com). Las productoras, distribuidoras y televisiones tienen una oportunidad única para rentabilizar su catálogo.
(Otra pequeña digresión: justo de esto trata, al parecer, “
La larga cola” de Chis Anderson, un best seller sobre la “nueva economía” que todavía no leído –
aquí un artículo en inglés que resume el libro-. Lo que defiende este autor es que la Red permite ofrecer una mayor variedad de productos limitando mucho los gastos de distribución y almacenamiento. -Además, en el caso de los artículos digitalizados, se trataría únicamente de almacenamiento y distribución virtuales, no físicos. Por fin, una buena noticia para las productoras de contenidos audiovisuales -. Ejemplo: a lo largo de un año tal vez sólo diez personas en todo Madrid estén interesadas en alquilar o comprar “The Deal”, la tv movie de la que he hablado antes. Para la distribuidora y productora sería un negocio ruinoso colocar copias en DVD de esa película en las tiendas de la ciudad. Lo lógico es que tal película no se distribuya, o, tal vez, ni siquiera se edite en DVD. Sin embargo, si la productora o distribuidora colgara de su web la película y la hiciera accesible a los internautas a cambio de una pequeña tarifa, sería un esfuerzo económico mucho menor - realizado sólo una vez - y que permitiría obtener unos beneficios durante largo tiempo. Beneficios que de otro modo no se percibirían, al estar el producto descatalogado).
Cumpliendo estas condiciones, ¿conseguirían las discográficas, productoras y distribuidoras de cine vencer a las descargas gratuitas o, al menos, limitar los daños?
No lo sé, pero... creo que sí.
La tienda virtual de Apple, iTunes, ya se ha
convertido en el tercer vendedor de música de Estados Unidos. (Eso sí, ha nacido vinculada a uno de los productos más exitosos de los últimos años: el iPod).
Eso es en música... ¿Logrará alguien establecer una página de descargas “oficial” de películas y series?
Por ahora, en España, la única que conozco que lo está intentando es
Filmotech.
El éxito de estas páginas dependerá de las condiciones de las descargas. Y de los precios (
aquí, como si se tratara de una curiosa subasta de eBay, los internautas han fijado el precio que estarían dispuestos a pagar por canción. Entre 30 y 45 céntimos de euro).
¿Qué creéis vosotros?
¿Estaríais dispuestos a pagar por un episodio de serie de tele en streaming?¿Y por una peli? ¿Cuánta pasta? ¿No? ¿Preferiríais tragaros publicidad obligatoria? ¿O nada de nada, ahora que muchos de esos contenidos están disponibles gratuitamente?
Sea como sea, creo que las compañías pierden más no intentándolo que... poniéndose a ello ya mismo.
(¿Creíais que esto se había acabado? Yo también. Pero de pronto me doy cuenta de que... apenas he hablado de derechos de autor... Así que tendré que decir algo sobre ellos en... ni idea de cómo se titulará la próxima entrega, tío, ni idea...)
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